15 dic 2016

New Generations #012. Con el tiempo en los talones (parte 2).

David cayó rendido. El héroe de Hell’s Kitchen le había propinado paliza tras paliza. Aunque ninguna había sido tan brutal como la del día que se conocieron.

>>> Los pandilleros caían como moscas al ritmo de los truenos que ensordecían los cielos de la Cocina del Infierno. David contemplaba desde su asiento privilegiado en la fábrica abandonada que habitaba, con gesto aburrido.
—Panda de inútiles… —murmuró, molesto, cuando cayó el último de sus hombres. El chico se puso en pie, desperezándose, en actitud chulesca—. Vamos, demonio, acabemos con esto.
Apuntó hacia Daredevil con su dedo índice, al tiempo que cerraba un ojo para apuntar mejor.
Hasta la vista, baby —dijo, al tiempo que sentía que su sangre se concentraba en la punta de su dedo índice, y se dispersaba de golpe por todo su cuerpo al tiempo que una bala de energía oscura salía disparada, tan rápida como Mercurio, hacia el Defensor.
Sin embargo, y contra las expectativas del chico, el vigilante atinó a interceptar el proyectil con su bastón.
—Bueno, parece que te crees mejor de lo que eres, ¿no, baby? —sonrió el superhéroe.
—Puto ciego… —blasfemó el más joven de los contendientes.
Y, sin decir algo, el chico se abalanzó contra su adversario, concentrándose en sus dedos. Puso sus manos en forma de pistolas, y disparó a quemarropa contra el hombre de rojo… Pero él los esquivó, de nuevo.
—Detrás de ti —dijo Daredevil.
—Lo sé —sonrió David, socarronamente—, pero gracias por avisar.
Y de la mano que tenía bajada, disparó una de sus balas oscuras directa a la pierna de Murdock.
—Gaah… —se quejó el héroe ante la nueva quemadura en su pierna.
—¿Eso es todo? ¿En serio? —se mofó el chico.
—Sí, eso es todo —dijo Daredevil, para luego situarse ágilmente a la espalda de su contrincante, golpearle en el cuello, y dejarle K.O.


—Y bien, ¿has aprendido algo ya? —le preguntó Matt a su “alumno”.
—Que eres un cabronazo…
El abogado sonrió.
—Eso ya lo sabías. Me refiero a si has aprendido algo útil de cara a los combates que te esperan.
—Bah, ¿qué importa? ¿Crees que no puedo con un villano de tres al cuarto solo porque ahora le han mejorado un poco?
—Te recuerdo que te ha derrotado un minusválido sin poderes.
Vale, eso le sentó mal. David se levantó de un salto, se quitó el polvo de los pantalones, y se dirigió a la salida.
—Ya, bueno, la verdad es que paso.
Cerró de un portazo tras irse. Daredevil no pudo evitar reírse después de eso. Otro tanto para él.


—Entiendo, entonces, literalmente puedes engañar a los sentidos para crear imágenes, olores, sensaciones, etc. —dijo Strange.
—Ajá, es como hacer ilusiones, pero ópticas, auditivas, táctiles, y de todo un poco —confirmó Zane.
—¿Y has probado a combinar sentidos?
—Mmmmm… ¿En qué sentido?
—…
—No era un juego de palabras.
—Entiendo. Pues me refiero a que puedes enlazar tus ilusiones para engañar más de un sentido a la vez.
—No. Ya lo he intentado —replicó el proyecto de mago.
—Sí, lo has intentado, pero lo has intentado mal. Yo te enseñaré a hacerlo bien. —Strange dibujó con magia un círculo en el suelo—. Sitúate ahí, y piensa que estás creando un vórtice, por favor.

—¿Hemos terminado ya, señorita Romanoff?
—No. Sigue.
—Me derrito...
—Si me dieran una moneda por cada hombre que me dice eso…
—Señorita Romanoff, hablo literalmente —respondió Mick algo avergonzado—. ¡Me estoy derritiendo de verdad!
—Lo sé, estaba bromeando para que no se te hiciese tan horrible. Eres una estatua de hielo en una sauna, ¿qué esperabas, pasar frío?
—Aún no entiendo por qué estamos haciendo esto…
—Lástima. Yo sí.
—¿Podría al menos darme una ligera explicación?
—No.
—¿Por qué?
—Soy espía. No damos explicaciones. Nos viene de formación profesional.
—Pero acaba de decirme que es espía…
—…
—…
—Cállate, y sigue intentando no derretirte.
—¿Eso era lo que tenía que hacer?
—Sí.
—Ah.

—¿El malote tiene una morriña? —se medio mofó Claire al ver a David sentado en el pasillo.
—¿Algún problema, puta?
La chica suspiró con resignación mientras su cabello se teñía de blanco.
—¿Alguna vez te he dicho que eres muy soez?
—Unas cuantas.
—Pues si te lo digo es para que te corrijas.
—¿De verdad crees que todo el mundo tiene que adaptarse a tus gustos?
El pelo de la chica se enrojeció un poco por unos segundos, pero pronto volvió al tono albino en el que estaba.
—La verdad, si todo fuese como yo quiero, el mundo sería un lugar mucho mejor. Pero bueno, no siempre puede ser así —sonrió con picardía y autosuficiencia—. Ahora eres tú el que tiene que aprender eso.
Y se fue zarandeando las caderas, dejando a David anonadado y frustrado a partes iguales.


—Bueno, quedan diez minutos…  —musitó Banner.
—Los chicos han estado entrenando todo el día, Bruce —dijo T’Challa—. Pueden con ello.
—De eso no estoy tan seguro —dijo el Castigador —. Aún tienen mucho que aprender, y tal vez M.O.D.O.K. y Sauron no sean especialmente peligrosos, pero hay otros. Abominación, Nitro… y Mandarín.
—No puedo negar que siento cierta curiosidad por qué es lo que se ha fortalecido de ellos exactamente… —comentó el Supervisor.
—Pues, sinceramente, yo preferiría no descubrirlo nunca… —reconoció Banner.
Y, como si de una invocación se tratase, los villanos, con sus ropas doradas, aparecieron en medio del patio, como por arte de magia.
—Traednos a los alumnos —exigió Kingpin, con voz tenue. A pesar de eso, se le escuchó por todo el campus.
En menos de diez minutos, profesores y alumnos se congregaron frente a ellos.
—Bueno, ¿quién quiere ser el que inaugure? —preguntó el señor de Hell’s Kitchen con autosuficiencia —. El resultado será el mismo, a fin y al cabo.
Un incómodo silencio invadió todo. Nadie decía nada, ni se atrevía a dar un paso. Banner se aclaró la voz para tomar la iniciativa, y Peter comenzó a avanzar  pero fueron interrumpidos.
—Voy yo.
Todo el mundo abrió un pasillo alrededor de los diez que habían sido elegidos para combatir a Kingpin y los suyos. En concreto, al que había hablado: el chico de pelo naranja que se acababa de situar al frente.
—He dicho que voy yo —repitió David—. Quiero quitármelo de en medio… Venga, ¿cuál de vosotros va a ser mi contrincante?
—¡No, David! ¡Aún no estás listo! —Amadeus Cho fue a detenerle, pero fue detenido por Daredevil.
—Es su decisión. Déjale.
—Te has vuelto muy transigente, Daredevil… ¿La vida te está afectando?
—Si pudiera te pegaría una paliza yo mismo, Fisk. Pero ya que tus absurdas normas no me lo permiten, me gustaría que al menos fuese mi estudiante quien lo hiciese.
—Créeme, a mí tampoco me gustan estas reglas… Desgraciadamente, no voy a ser yo quien se enfrente al chico. ¿Preparado?
—Sí… —respondió un hombre de alargada cabellera azabache, rasgos orientales, y armadura dorada, al tiempo que se hacía crujir los dedos, adornados con diez anillos.

El Mandarín.

4 nov 2016

New Generations #012. Con el tiempo en los talones (parte 1).

¿En qué momento había acabado teniendo que hacer equipo con los raritos de la escuela? David no sabía para qué le habían hecho llamar exactamente, pero tal parecía que iban a hacer un show de circo con los estudiantes. Estaban el pesado de su compañero de habitación, el emo silencioso, el pringado que se volvía agua, el bruto de las espadas, la rubia-arma de destrucción masiva, la tía rara que se volvía chico, y el loco de las hachas, entre otros.
Bueno, la verdad era que no todos le caían totalmente mal, pero la inmensa mayoría sí. Lo más interesante era que, curiosamente, estaban en silencio y expectantes por saber qué les diría el Director Gorila Verde. ¿Acaso era él el único que no sabía por qué les habían llamado?
Bueno, sus dudas se aclararían cuando llegasen los profesores.
—Perdonen por hacerlos esperar, alumnos. Ya estamos aquí.
Por la puerta del improvisado nuevo despacho de Banner entraron el rey de Wakanda, Amadeus Cho y el propio director, seguidos de…
—¿¡Qué hace aquí El Castigador!? —se asustó Tyler, que procedió rápidamente a darle su posición a Cassidy —. Qué generoso eres cuando te conviene, hermanito —dijo su contraparte con sarcasmo. Esos “dos” siempre le daban mal rollo.
—Algunos aún no habéis tenido clase con él, pero el señor Frank Castle será vuestro profesor de Educación Física en cursos superiores —explicó Banner.
—Vamos, que os haré correr, sudar, luchar y sangrar en cantidades asgardianas durante dos horas semanales —el fornido hombre sonrió siniestramente—. Seguro que nos lo pasaremos genial.
—Independientemente de eso —continuó Cho—, estáis aquí, como ya supondréis, porque habéis sido seleccionados para enfrentaros al nuevo ejército de Kingpin según las reglas que nos han exigido. Lamentamos mucho que tengáis que ser vosotros quienes os enfrentéis a villanos como esos, pero no nos queda otro remedio. A fin y al cabo, es eso, o condenar a muerte a todos los estudiantes…
—Disculpadnos por nuestra inutilidad —completó la frase T’Challa.
David sintió que iba a vomitar de la risa. Ver a un rey como supuestamente era Pantera Negra pedir disculpas a unos estudiantes era una situación absurda y divertida a partes iguales.
—¿Y si nos decís a quién tenemos que derrotar, y punto?
—Le veo impaciente, señor Stone —dijo Banner—. Me temo que una buena explicación requiere su tiempo, así que haga el favor de contener su sed de sangre.
Tras esto, el a veces hombre a veces monstruo explicó con todo lujo de detalles las condiciones en las que debían enfrentarse a Kingpin y los otros villanos. Les dijeron también que deberían realizar un entrenamiento intensivo.
—Sin embargo, tengamos en cuenta que la primera batalla será ya la próxima noche, por lo que no tendremos mucho tiempo para prepararnos. Les he asignado a cada uno de ustedes un tutor personal en base a sus habilidades, y dedicarán todo el día de mañana a entrenarse. ¿Lo han entendido?
—Sí —dijo Chris.
—Yep —confirmó Zane.
El resto se limitó a asentir.
—Entonces, retírense a sus habitaciones e intenten dormir. La de mañana será una larga jornada.


—¿En serio? ¿Usted?
—Sí. Yo. ¿No te valgo como maestro, chico?
—Sí, sí, si es genial, pero… No me lo esperaba.
—Bueno, soy un hombre ocupado, comprendo que pensases que no tengo tiempo para estas cosas, pero me temo que la situación es lo suficientemente urgente para que se requiera mi ayuda.
—No es eso… Es decir, usted es el mago más poderoso del mundo, ¿no? Señor Strange.
Stephen se cruzó de brazos y acarició su barbilla.
—Bueno, Zane, ser el Hechicero Supremo me convierte, técnicamente, en el mago más poderoso, sí. Pero bueno, los hay más habilidosos, a mi forma de ver.
Zane estaba impresionado. Hacía mucho que no se sentía tan emocionado. Stephen Strange era un hombre al que respetaba profundamente. El detalle de que sentía mucha curiosidad también podía tener algo que ver.
—Entonces… ¿Me va a enseñar hechizos? ¿Maldiciones? ¿Encantamientos?
—No tengo tiempo para enseñarte los secretos de la magia, chiquillo. Te recuerdo que podrías estar luchando en menos de doce horas. En su lugar, te voy a enseñar a canalizar tu poder.
—Pero, no es por ser descortés, pero… Ya controlo mis poderes a la perfección…
—No hablo de controlarlos. Hablo de canalizarlos. Que no es lo mismo. Tu poder es increíble similar en estructura a la magia que practicamos los hechiceros. Así que puedo enseñarte a utilizarlo de forma similar.
—¿Entonces sí me vas a enseñar magia?
—Digamos que… Algo parecido. Tan solo hazme caso, concéntrate, e imagínate una cuerda naciendo en tus manos.



—Parece que me han asignado uno difícil.
—Ehm… Bueno, yo…
—¿Qué? ¿Te doy miedo, chico?
—Bueno…
Mick no sabía cómo reaccionar ante la idea de tener a la Viuda Negra como profesora.
—Escucha, Michael. Tus poderes son muy útiles, pero eres demasiado inocente para desenvolverte bien en una batalla contra un villano. Esos tipos son astutos, tramposos e inteligentes, y si te pueden clavar un cuchillo por la espalda, les parecerá, sin lugar a dudas, una mejor opción que atacarte de frente.
—Pero… No pueden clavarme un cuchillo en la espalda, soy líquido.
La Viuda suspiró profundamente.
—Era una metáfora. Ya sé que no te pueden cortar, arañar, desgarrar, desmembrar ni mutilar. Pero ellos no lo saben, y es mejor que siga siendo así. ¿Entiendes a qué me refiero?
—Sí…
—Bien, comencemos entonces tu entrenamiento para ser un buen espía.


Las espadas chocaban sin descanso en la sala de entrenamiento del Supervisor.
—¡Hoy te veo motivado, Gonzales! ¿Con ganas de una buena batalla?
Saltaron chispas al cruzarse los aceros.
—Debo luchar para protegerles a todos —respondió el chico con el ceño fruncido.
Masters se detuvo.
—Estás demasiado tenso. Debes mantener la calma durante la batalla.
—¿Van a matarnos a todos y quieres que esté calmado?
—Se llama “entereza en combate”, chico. Si no mantienes tu mente fría, nunca vencerás a un oponente fuerte. Cuando luchas, literalmente te vuelves loco. Lo sé porque la misma furia se apodera de mí al imitar tus movimientos.
—¿Y eso es malo?
—Es bueno cuando eres superior, pero si tu enemigo es mejor que tú… Reduce aún más tus posibilidades de victoria. Desgraciadamente, mi especialidad es copiar, así que me temo que no podré enseñarte correctamente a vaciar tu mente. Para eso necesitas la ayuda de un esgrimista de verdad. He solicitado al director que traigan a un viejo conocido mío. Con un poco de suerte, igual no eres el primero en salir a morir, y puede darte alguna lección. Hasta entonces…
Supervisor desenvainó su arma de nuevo, al tiempo que Peter extraía un mandoble de su plexo solar. Ambos, maestro y alumno, se abalanzaron el uno contra el otro sin vacilar.


David ingresó en la que se suponía que iba a ser su sala de entrenamiento.
—Y, bueno, ¿dónde se supone que está mi entrenador?
—Deberías revisarte la vista, Stone. Estoy justo detrás de ti.
Alarmado, David se dio media vuelta rápidamente, solo para encontrarse con un puño rojo a punto de impactar contra su cara. El pelinaranja se apresuró para cubrirse con un brazo… El puñetazo le dio de lleno.
Cayó al suelo, aturdido por el certero golpe, y solo atinó a mirar hacia arriba. No tardó en recuperarse.
—Reconocería esa voz tuya en cualquier parte. ¿Qué haces aquí?
—Soy tu entrenador.
—¡Ja! ¿Tú? No necesito nada de ti… Daredevil.


15 oct 2016

New Generations #011. Verethragna (parte 2).

T’Challa golpeó con su puño la mesa de la sala de profesores con tal fuerza que provocó una ligera quebradura en la madera.
–¿¿Cómo se atreven a venir a mi territorio esa copia barata de caballeros del Zodíaco y a amenazar a mis alumnos?? –exclamó el recién dueño de la escuela.
–En primer lugar, Su Majestad, creo que deberíamos calmarnos –dijo Amadeus Cho, analizando mentalmente su situación con su asombroso intelecto, degradado al rol de profesor de matemáticas en el espacio estudiantil.
–¿Hay alguna manera que se os ocurra de eludir la confrontación por parte de los alumnos? –comentó el director Banner, ya de vuelta en su forma más amistosa.
–Me temo que no, Bruce –dijo Reed Richards, líder de los Cuatro Fantásticos, e invitado a aquella urgente reunión–. He analizado cada fotograma de las grabaciones y al detalle las lecturas recogidas por los robots de Stark que se acercaron mínimamente a ellos y son imparables en grupo. Pero, teniendo en cuenta la voz de Kingpin podemos determinar que no mentía al poner las normas, así que estoy un 94% seguro de que no van a hacer trampa en ese aspecto. Y de igual manera cumplirán sus amenazas si no las seguimos. Creo que no nos queda otra que seguirles el juego y entrenar a los chavales lo mejor que podamos.
–Ya veo… Y yo que creía que con el tema de las Incursiones ya teníamos bastantes problemas –continuó Patera Negra–. Pues tenemos que empezar pero ya a entrenarlos específicamente. Y lo primero es escoger a los diez alumnos y alumnas que mayor potencia tengan a la hora de combatir. Castle, tú eres el que más les ha probado en la clase de Educación Física Aplicada, probando sus habilidades especiales. ¿Alguna idea?
El Castigador, receptor de esta pregunta, mantuvo su semblante impasible y sus brazos cruzados sobre su pecho, decorado con la ya icónica calavera blanca, considerada por muchos símbolo de mal augurio.
–Tengo algunos candidatos en mente, sí.
–Pues tú y yo vamos a escogerlos en un momento –dijo Amadeus, en pie frente a la pantalla holográfica con unos cuantos perfiles de alumnos. Se giró hacia Frank Castle–. Tengo algunos candidatos también que… –el Castigador le dedicaba una de sus miradas más bordes– Bueno, a ver, si tú estás de acuerdo, claro. Je –añadió con nerviosismo.
–Supongo que trabajaremos juntos, niño –se resignó finalmente el de la calavera.
–Me sorprende que Stark no se haya llevado sus robots con él –dijo Natasha, la Viuda Negra–. Es muy de recuperar sus juguetes.
–Conozco a Tony desde hace mucho tiempo, Natasha –le respondió Steve Rogers, el Capitán América original, ahora convertido en un septuagenario–. Aunque ahora esté pasando por un… Llamémoslo periodo extraño, en el fondo sigue preocupándose por este proyecto y por lo s alumnos. Bruce y yo llegamos a la conclusión de que además obtiene información a través de ellos, pero decidimos que no nos preocupa demasiado las lecturas que pueda recibir.
La mujer en el traje de cuero negro se quedó pensativa ante la respuesta del centinela de la Libertad
–¿Y qué me dices del chaval que entrenas tú, Supervisor? –continuó T’Challa con su ronda de preguntas, a modo de cambio de tema.
–Aún tiene mucho que aprender de sí mismo y sobre cómo controlarse, pero sin duda es una máquina de combate con patas. Puede servir.
–Me alegra oír eso, supongo que si es bueno para ti, dará la talla en la arena… Sigamos seleccionando…



–Vaya miedo he pasado –suspiró Aline–. Se van a enterar esos abusones, les vamos a dar hasta que muerdan el polvo.
Zane puso los ojos en blanco.
–Sólo alguien como tú es capaz de denominar como “abusones” a unos de los mayores villanos de la Tierra.
–Bueno, no es hora de ponernos a pelearnos entre nosotros. Prefiero que hablemos de qué vamos a hacer con esta situación –dijo Zack–, ya que es probable que ahora mismo estén seleccionando los profesores a los alumnos más preparados, ya que desde aquí les veo reunidos, con todas sus auras en aquel edificio de allí. Son tan fuertes que las veo traslúcidas a través de la pared. Y lo más probable es que nos toque pelear a alguno de nosotros. Y tenemos que pensar cual será nuestra postura ante esta situación. Tenemos que estar unidos y apoyarnos los unos a los otros.
–No veo demasiada complejidad –respondió Peter–. Ellos vienen. Les pateamos el culo. Fin.
–Hasta tu y yo sabemos que no será así de sencillo, Cuchillos –contestó Zane–. No va a ser sólo fuerza bruta contra ellos.
El mexicano soltó un bufido a modo de respuesta.
–Yo voy a pelear. He venido a esta ciudad por un largo camino precisamente para aprender a proteger lo que me importa. Y no veo mejor forma de empezar que por los más duros –concluyó.
–Pues yo lucharé si no queda otra –dijo Amanda–. No quiero que pase lo de la última vez y os haga daño sin querer.
–También piensa que si toda esa fuerza le da a uno de esos abusones les dejarás por los suelos –dijo Aline.
–Bueno… supongo, pero tengo miedo de mí misma.
–Es normal, no sabes lo que puede pasar, pero como dijo Zack, tenemos que apoyarnos entre todos –añadió Mick­–. Todos sabíamos que con nuestros “dones” vendrían situaciones como estas, para bien o para mal. Y lo que nos hará héroes no es que les destrocemos o les detengamos, sino cuál es nuestra actitud ante ellos. Ante todo, tenemos que demostrarles que somos moralmente mejores, que pelearemos por un objetivo común: el bienestar de todos. Y no por algún motivo egoísta o puramente material. Y eso es con lo que tenemos que golpearles.
Todos se quedaron en silencio reflexionando sobre las palabras de Mick, había dicho cosas muy importantes y merecían un gran respeto.
Sin embargo, Ryan rompió la atmósfera terminando con aquella quietud.
–“Dones”… O más bien maldiciones.



La noche había caído sobre aquel día oscuro. Se trataba de un punto de inflexión dentro de la vida de nuestro alumnado. Se enfrentarían con seguridad a numerosos peligros después de aquellos, pero lo primero era sobrevivir a lo más inmediato. Se trataba de su primer peligro real, la primera experiencia que les podría a prueba, no como héroes o villanos, sino como personas intentando sobrevivir. Y si no lo conseguían, las consecuencias serían nefastas no sólo para la Academia Robert Reynolds: si esa gentuza se quedaba con los poderes que ahora esgrimían podrían poner el mundo a sus pies sin tener problema alguno ni rival.
Nuestros protagonistas dormían plácidamente. Rondaban las tres y media de la mañana y la luna se encontraba alta en el cielo, en cuarto creciente, formando una “C” invertida blanca con toques agrisados que, pese a dejar atisbar sus cráteres, no hacía más que intensificar la belleza de aquel paisaje casi onírico que formaba la visión del satélite sobre los árboles del bosque que rodeaba a la escuela. Si entráramos en la habitación que Zane Cross compartía con su arisco compañero David Stone, especializado en disparar energía de color negro de sus dedos como si de balas oscuras en una pistola de carne se trataran, encontraríamos a ambos durmiendo. Zane incluso emitía leves ronquidos, no lo suficientemente audibles como para despertar a su pelirrojo compañero. Sin embargo, el lugar en el que realmente se encontraba Zane era un banco de madera en la zona limítrofe del recinto, que, pese a parecer vacío, se encontraba ocupado por nuestro pelimarrón de ojos verde oliva favorito. En su cama no había otra cosa que una ilusión creada por sí mismo para poder saltarse el toque de queda (de la misma manera que había proyectado una ilusión de invisibilidad a su alrededor) en aras de disfrutar de aquella visión lunar, que podría haber sido perfectamente extraída de cualquier libro de fantasía, al menos desde su subjetiva visión de la belleza.
»Es una pena que la luna en la realidad no sea como nos la pintan en las películas. En ella nos la pintan como gigantesca, muy cerca de la Tierra. Y, sin embargo, no es más que un puntito en el cielo, tan cerca pero tan lejos al mismo tiempo.
Pero sus pensamientos se vieron nublados cuando, sin apenas darse cuenta, una figura se sentó a su lado en el banco. No se trataba de otro que del sigiloso viejo rey de Wakanda, ahora rey de Necrópolis.
–Cada noche, señor Cross, se escabulle de su habitación para venir aquí, a mirar la luna rodeado de este frío nocturno. Es un comportamiento cuanto menos extraño en una persona tan joven.
Zane, sintiéndose ya descubierto, eliminó su invisibilidad para hablar cara a cara con él. De la misma manera, Pantera se quitó su máscara para mostrarle respeto al chico.
–¿Estoy metido en un lío?
–Chico, el director está al corriente de estas “escapadas” desde el primer día de clase. Si estuvieras en un lío, ¿no crees que lo estarías desde antes?
–Bueno, supongo que sí. Pero, ¿por qué no ha hecho nada al respecto el director Banner?
–Bueno, no haces más que venir a ver la luna durante una hora. Nadie sale herido y no vas a molestar a la residencia de las chicas como me imagino que otros compañeros harían. Así que lo dejó pasar, de la misma manera que habría hacho yo. Sin embargo te tiene controlado mediante un robot escondido por aquí para saber que estás bien. Vas a tener que engañar a un detector de calor si quieres mejorar en esto del sigilo, te lo digo por experiencia. Aunque te ruego que no lo hagas en estas escapadas, no queremos que de la casualidad de que te pase algo malo justo cuando no podemos ver qué.
–Comprendo… ¿Majestad? ¿Pantera? ¿Cómo se supone que me dirijo a usted?
–Con T’Challa es más que suficiente. Y puedes tutearme.
–Muy bien, T’Challa. ¿Y qué te trae a mi banco esta noche en particular?
–Bueno, ya viste lo ocurrido esta mañana. Necesitamos a diez alumnos para la lucha. Y ahora les estamos despertando para explicarles la situación y cómo van a funcionar estas siete semanas siguientes. Y, bueno, no estabas en tu habitación.
–Me temía que tendría que luchar –dijo Zane soltando un suspiro.
–Evidentemente, los que no quieran luchar no están obligados, pero estás en ese Top 10 y necesitaríamos tu ayuda. Pero podemos pasar al número once de la lista.
Zane, le dedicó un último vistazo a la luna antes de ponerse en pie y sacudirse los restos de suciedad que la superficie del banco había pegado a su trasero.

–No suspiro por no querer luchar, T’Challa. Suspiro porque siete semanas se pasan volando.

1 oct 2016

New Generations #011. Verethragna (parte 1).

De lo que hasta ahora había sido el despacho del director Banner sólo quedaban unas pocas migajas y algo parecido a un suelo. Poco más se podía decir de los pisos inmediatamente inferior y superior. La explosión lo había dejado todo destruido y al Doctor Banner tirado en el suelo, en medio de la plaza central del campus que estaba mirando a través de su ventana hace escasos segundos. Justo antes de que todo se fuera de madre.

Nuestros protagonistas llegaron a la escena lo más rápido que pudieron, dejando sus batidos en la mesa tras de sí. Una vez en el foco de la actividad, se les unieron Percy y Jacqueline, las dos últimas incorporaciones del grupo. Vieron como Bruce se estaba transformando en la gran masa de radiación verde que tanto respetaban y temían a partes iguales mientras, al elevar la vista al cielo observaban la causa de todo aquel revuelo.

Y lo que ocurría era que diez figuras se encontraban flotando a la altura de la explosión. No se podían atisbar sus identidades debido a la humareda que se había formado con los restos del edificio que aún flotaban en el aire, pero rápidamente la gravedad ejerció su efecto haciendo que se posara aquel elemento dramático completamente involuntario.

Y lo que vieron les dejó sin aliento.

Todos eran villanos conocidos no, lo siguiente.
Se trataba nada menos que de Abominación (viejo enemigo del director), Sauron (un pterodáctilo humano némesis recurrente de los X-men), Mandarín (un viejo conocido de Iron man), Bullseye (el hombre con mejor puntería con permiso de Ojo de Halcón), Arnim Zola (una especie de hombre televisor que dio problemas al Capitán América), El Mago (no precisamente amigo de los 4F), Kraven (que intentó cazar a Spider-man en repetidas ocasiones), M.O.D.O.K. (es todo cabeza y toda ella pretende ser el amo del planeta), Nitro (desencadenante de la Guerra Civil de los superhéroes), y en su centro, a modo de líder se encontraba Kingpin (rey del HAMPA de la ciudad de Nueva York). De los hombros y cabeza de Nitro salía humo, lo cual llevaba a la conclusión de que él había sido el causante de la explosión, teniendo en cuenta sus poderes.

–Pero… ¡Qué yo sepa la mayoría de esos tipos no vuelan! ¿Cómo es posible que estén ahí arriba? –dijo Mick, conocedor de la mayoría de la gente del mundo heroico y villanesco.

–Fijate otra vez en ellos… –añadió Peter.

Mick echó la vista al cielo de nuevo y se dio cuenta de lo que decía su compañero. Todos estaban distintos, desde de forma ligera como Kingpin, que tenía un aura dorada a su alrededor y su bastón era del mismo color hasta Arnim Zola, que era literalmente una armadura dorada y descabezada, con dos cuernos como de macho cabrío en la parte superior, pero siempre con la sempiterna pantalla con su cara en pleno pecho. Estaba claro que eran una amenaza a tener en cuenta, especialmente al observar a Abominación, ataviado con unas hombreras del color dorado que parecía caracterizar a todo aquel variado grupo, un cubrebrazos del mismo estilo que el de Amanda en el brazo derecho y un espadón del mismo color casi tan alto como él.
Un montón de los robots que se encontraban por los pasillos del campus ahora se habían colocado delante de los intrusos rodeándolos contra el edificio.

Modo ofensivo: ACTIVADO.

Y acto seguido, los droides empezaron a disparar con repulsores a los visitantes. Sin embargo, los rayos eran desviados en cuanto entraban en contacto con ellos.

Posibilidad de herir al alumnado. ALTO EL FUEGO.

Y el barullo terminó. Sin embargo, los robots se mantenían en sus posiciones. Aunque esto duró bastante poco. Abominación los cortó a todos por la mitad de un mandoble y cayeron estrepitosamente al suelo. Debajo de donde pasaba toda la acción ya se encontraba el director Banner en su forma Hulk, Pantera Negra (el recientemente dueño de la escuela), Gambito, Amadeus Cho, Steve Rogers (parando su clase de historia de América), la Viuda Negra (profesora de Latín), el Castigador (contratado para enseñar Educación física) y Curt Connors, el Lagarto y profesor de biología.
Nitro se acercó a Kingpin con algo en la mano.

–Aquí tiene, jefe. Lo encontré en el despacho antes de volarlo por los aires, pensé que lo necesitaría.

Y le entregó un megáfono. Kingpin sonrió a la par que se lo acercaba con sus enormes manos a la cara.

­–Antes de nada, he de decirle a los profesores de esta especie de… centro de reclutamiento que se relajen antes de que alguien salga herido antes de tiempo –comenzó el enorme mafioso, embutido en su característica americana blanca. Como podéis observar, hemos sido objeto de ciertas… mejoras, por así decirlo. Y cuando estamos todos juntos somos invencibles, así que ni lo intenten, antes de que alguna de estas jóvenes promesas acabe bajo los escombros de alguno de estos preciosos edificios. Sé que hasta la caída de la Tierra de las Sombras en la Cocina del Infierno a manos de ese insufrible arácnido no había pruebas concluyentes de mi relación con el mundo del crimen, aunque era un secreto a voces. Fingí mi muerte y hui a Europa. Pero he regresado. Y traigo buenas nuevas.

El Rey del HAMPA descendió al nivel del suelo, lo cual no era propio de él, teniendo en cuenta su complejo continuo de superioridad. Superioridad justificada, ya que pocos habían conseguido lo que él en la historia. Estaba claro que quería darle a lo que tenía que decir la importancia que merecía.

–Como iba diciendo, mis socios y yo tenemos habilidades nuevas. Y estamos aquí para explicaros el porqué de nuestra presencia aquí. Una entidad se puso en contacto con cada uno de nosotros y nos reunió. Se presentó como Verethragna, que según mis investigaciones posteriores es el Dios persa de la Guerra, también llamado el Victorioso. En un comienzo me rehusé a creer que de verdad estábamos tratando con una divinidad, pero el trato que nos propuso después me sacó de dudas. Al parecer, este ente lleva observando esta escuela desde que se fundó y se puso en funcionamiento. Y parece que, según él, se entretiene al ver como vosotros, guerreros potenciales, exploráis vuestras habilidades. El trato que nos propuso es que nos daría uno de sus diez poderes a cada uno de nosotros, haciéndonos mejores en el campo de batalla, y tendríamos que venir aquí a retaros a pelear bajo sus normas. Y estas son las reglas que regirán la pelea. De entre todos los alumnos, tendréis que escoger a diez. Los mejores, los más preparados, fuertes y habilidosos. Y tendrán que enfrentarse a nosotros de uno en uno, dándoos una posibilidad de vencernos al estar separados. Si conseguimos vencer al menos a seis de vosotros, Verethragna nos regalará estos dones para siempre, convirtiéndonos en semidioses. Vendrá uno de nosotros cada semana a partir de hoy para probar al contrincante que vosotros escojáis. Si un profesor se mete en la batalla, destrozamos la escuela. Si se viola cualquiera de las normas que os acabo de decir, destrozamos la escuela. Si os negáis a participar… Bueno, captáis la idea. Nos vemos la semana que viene.


Y tal como vinieron, se fueron.

15 sept 2016

New Generations #010. De nombres va la cosa (parte 2)

La situación era muy incómoda para Lauren. Una mujer wakandiana tomaba sus medidas con una cinta métrica, método algo anticuado para el país con la tecnología más avanzada del mundo.
—¿Podría pasar a la sala de al lado para que hagamos un reconocimiento de sus habilidades, señorita?
—¿Por qué tanta complicación para unos trajes de entrenamiento?
—Como el director Banner dijo la semana pasada en el salón de actos, es necesario hacer trajes que se adapten a vuestros cuerpos y necesidades, para potenciar al máximo posible vuestra capacidad. Todo es por el bien de vuestro progreso en la academia.
—Si vosotros lo decís… —se resignó ella.




—¿Qué está pasando aquí? —se quejó Charlie— ¿Podéis dejar de sobarme, por favor?
—Tranquilícese, señor Pierce. Tan solo estamos tomando sus medidas físicas para diseñarle un traje que se ajuste perfectamente a usted.
—¡Me vuelvo intangible! ¡Con mi ropa normal me basto y me sobro!
—¿Y si te ves forzado a salir del cuerpo que estés poseyendo y todo el mundo te ve desnudo? —se rió Zane—. ¿No sería eso más vergonzoso?
No hizo falta insistir mucho para que el rubio se quedase quieto y permitiese operar a los wakandianos.




Tras media hora de espera, les dijeron que podían irse, y se reunieron todos en la cafetería.
—Por el amor de Dios… Eso ha sido raro —protestó Aline al tiempo que le daba un respingo.
—Y que lo digáis, ha sido muy vergonzoso… —dijo Amanda avergonzada mientras Mick le frotaba la espalda para reconfortarla.
—Vamos, chicas, no creo que haya sido para tanto… —trató de tranquilizarlas Jacqueline.
—Sinceramente, a mí hay algo que me preocupa más —comentó Zane.
—Sí, a mí también… —concordó Peter.
—Es una cuestión interesante de debatir, sin duda —añadió Zack.
—¿Cuáles son vuestras medidas? —preguntó Charlie, pero se vio obligado a callarse después de que los otros tres le golpearan la cabeza al ritmo de “¡No nos referíamos a eso!”
—Ejem —continuó Zack tras aclararse la garganta—. Nuestra pregunta real es…
—¿Cómo ha llegado este aquí? —preguntaron los tres a coro al tiempo que señalaban a la inmensa masa pseudo humana de nieve que estaba sentada con ellos en la mesa de la cafetería.
El ser ni se inmutó, por cierto.
—Ni idea —respondió Mick—. Cuando me di cuenta, ya estaba ahí.
—Si queréis nos vamos —dijo una voz de detrás del monstruo.
—¿Eh? ¿Quién ha dicho eso? —preguntó Charlie mientras daba saltos en su asiento para mirar.
—Estoy aquí —le respondió la voz al tiempo que su dueño se ponía en pie para que pudieran verle —. Soy David Stone. Recordad el nombre, pero no lo gastéis. Comparto habitación con ese rarito de ahí —dijo señalando a Zane.
—Oh, vamos, David. Señalar a la gente con el dedo es de muy mala educación. Especialmente viniendo de ti. Además, ya te conocen, lo que les extraña es que estés comiendo con nosotros.
—Bueno, los otros idiotas me están resultando molestos últimamente. El único que se salva es Ngozi, ¿a que sí, grandullón?
El pelirrojo golpeó la espalda del monstruo, pero la criatura ni siquiera reaccionó.
—La cosa es que comeremos aquí por un par de días, ¿vale, pringados? Ngozi dijo que quería venir con vosotros.
El gigante siguió sin reaccionar.
—Ehm… ¿De acuerdo? —dijo Zack.
—¡Daaaaaviiiiid! ¿¡Dónde estás!?
Zane se golpeó la cabeza contra la mesa al escuchar la voz de Claire llamando a su compañero.
—Y ahora la gorgona se cree una sirena… ¿Por qué tiene que ser tan irritante incluso para hablar?
—¡Te he oído, Cross!
—¡Lo sé!
La chica del cabello transformable se acercó a su mesa acompañada de su séquito.
—¿Qué os pasa? ¿Ahora nos vendéis por estos?                                                       
—Yo no vendo a nadie. Voy con quien quiero y cuando quiero. ¿O es que ahora eres mi jefa? —el desafió el chico.
El pelo de la joven pasó de un azul marino similar al mar tormentoso a un rojo fuego que solo reflejaba ira e indignación. No obstante, respiró hondo y trató de calmarse.
—Está bien… David, ¿podrías venir con nosotros un momento? ¿Por favor?
A pesar de la cortesía en sus palabras, el color de su pelo reflejaba su estado de ánimo real a la perfección. El aludido se encogió de hombros y, levantándose del banco, siguió a la chica.
—Ven, Ngozi. Podéis terminaros mi almuerzo si queréis, pringados. Ya no quiero más.
Tras decir eso, todos ellos se retiraron de la cafetería.
—No sé si darle las gracias o pegarle —dijo Zack mientras tomaba la manzana de su bandeja.
—¿Y si hacemos las dos? —propuso Aline mientras se terminaba su plato de arroz.
—O podemos dejarles en paz, dan algo de miedo… —opinó Charlie, mientras tomaba tímidamente el yogur de David.
—¡Ja! ¿Te dan miedo unos cuantos abusones y vas a ser superhéroe? —se mofó ligeramente Zack.
—¡Eh! ¡Cuando yo sea el gran Fantasma Dorado, nadie podrá derrotarme!
—¿¡FANTASMA DORADO!? JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA —Zane empezó a reírse desconsoladamente —¿No tenías un nombre más cutre?
—¿Hombre Intangible?
—Demasiado obvio.
—¿Phantom?
—Muy mainstream.
—¿Ozymandias?
—Muy DC.
—¿Cuarta pared?
—He pillado la indirecta. Y no.
—¿Booster?
—Ese ya suena mejor —opinó Zack—. ¿Nunca habéis sentido curiosidad sobre cómo os llamará la gente cuando seáis superhéroes?
—¿Y si no vamos a volvernos superhéroes? —preguntó Ryan cortantemente—. Yo solo quiero controlarlo.
—No hay nadie con superpoderes que no se haya ganado alguna vez un sobrenombre. Ya sea como héroe, como villano, o como persona que recibe bullying en el instituto —comentó Lauren entre risas—. Vamos a tener uno en algún momento, vale más que sea algo que nos guste.
—¿Cuál te pondrías tú, Lauren? —preguntó Amanda.
—Acuarela. No sé, me gusta. Me parece que tiene estilo.
—Te pega —comentó Zack—. Yo siempre quise llamarme Mind-Meister.
—¿No hubo ya alguien con ese nombre? —preguntó Mick.
—Mind Master sí, muchos, pero no Meister. Meister es “maestro” en alemán, pero también implica ser el “campeón” o el “primero”. Engloba más campos.
—Guau… —se impresionó Zane—. Tus delirios de grandeza van más allá de lo que creía.
—Ja. Ja. Ja. ¿Tú cómo piensas llamarte, Cross?
—As de Picas —respondió con tranquilidad, al tiempo que se sacaba la susodicha carta de la nada—. Era el sobrenombre que utilizaba mi maestro.
—¿Maestro? —preguntó Mick.
—Larga historia. ¿Tú cómo piensas llamarte, rubio? Porque Hydroman ya está cogido.
—Dragonet… Es un pez muy exótico. Y suena bien.
—Tiene estilo, no te lo niego. ¿Aline?
—Mordaza —respondió la pecosa con orgullo—. ¿Qué, a que os he dejado con la boca abierta?
—No sé qué es peor, si el nombre, o el chiste —comentó Zack entre risas—. ¿Tú qué nombre querrías, Amanda?
La rubia se encogió de hombros, avergonzada.
—La verdad es que no lo he pensado…
—¡Sunbeam! —gritó su mejor amiga—. ¿No le quedaría genial?
—Sí… —musitó Mick.
—Adjudicado, entonces —rió Zack—. Venga, Peter, es tu turno. ¿Cuál te ponemos…?
Sin embargo, cuando vio a Peter, la alegría abandonó el corazón de Zack. El chico estaba dejando salir filos de todas sus articulaciones, y miraba a todas partes con desconfianza.
—Chicos. Algo se acerca.
Y en efecto, así era, pues escasos segundos después de que el pelinegro  pronunciase esas palabras, un ensordecedor estallido retumbó por todas partes.

Algo acababa de hacer explotar la academia.

2 sept 2016

New Generations #010. De nombres va la cosa (parte 1)

—Shock. Me llamo Shock.
Zack permaneció en silencio durante unos minutos, a la espera de que el desconocido le diese alguna explicación sobre por qué estaba ahí o cómo había llegado. Al ver que eso no ocurría, optó por preguntarle él directamente.
—¿Cómo has llegado aquí?
—Eso no es de tu incumbencia…
El tal Shock se dio media vuelta, y se impulsó para volar, pero, al elevarse del suelo, tosió sangre y volvió a caer. Zack, preocupado, puso el brazo del misterioso hombre alrededor de sus hombros, y se dirigió al edificio del instituto.
—¿A dónde me llevas?
—A la enfermería. ¿Cuál es tu nombre? Debería decírselo al doctor.
—Shock.
—Me refiero a tu nombre real.
—Shock.




—Entonces… ¿Cómo le va a nuestro desconocido amigo? —preguntó Zane.
—Sigue en la enfermería. Al parecer llegó a la escuela por error mientras huía de algún sitio. Pero se niega a dar más información…
—No me parece de confianza —comentó Aline—. Es algo sospechoso…
—Cierto —concordó Percy—. Creo que deberíamos investigarle un poco.
—Me da igual, la verdad —dijo Peter—. Cuando se recupere se largará, y punto.
—O no —aportó Lauren—. Ni siquiera sabemos si en realidad es un héroe. ¿Y si es un villano?
—¿Qué clase de villano iba a meterse en un edificio lleno de superhéroes para recuperarse de sus heridas? —cuestionó Zack.
—Nitro, para luego hacer “¡BOOOM!” —bromeó Zane. Dejó de reírse al ver que no le hacía gracia a nadie—. Ok, chiste negro. Lo siento, ya me callo.
—Volviendo al tema principal —continuó Zack como si nada hubiese pasado—. ¿Qué hacemos con el recién llegado?
—¿No deberían tomar esa decisión los profesores en lugar de nosotros? —dijo Amanda.
—Eso… —añadió Mick.
—¿Por qué no vamos a preguntarles directamente? —propuso Lauren—. Podríamos ir a er al director Banner, o al profesor Rogers…
—No es mala idea, pero tampoco es plan de ir todos —dijo Zack—. ¿Por qué no vamos Ryan, Lauren y yo?
—¿Por qué tengo que ir yo? —preguntó el callado pelinegro.
—Porque te vendrá bien un poco de interacción social. Y porque lo digo yo. Venga, vamos.



Zack pensó que se le iba a desencajar la mandíbula.
—¿Ya se ha ido?
—Sí —respondió Banner—. Cuando despertó, se marchó sin decir nada. No sabemos quién es ni de dónde viene. Ni siquiera si volverá o no.
—No le veo muy preocupado, director —comentó Lauren.
—La verdad es que no. Si es amigo, será siempre bienvenido, y si es enemigo… —los ojos del científico se iluminaron con un tono verde brillante —. No sabe lo que le espera.
Lauren y Zack tragaron saliva pesadamente. Ryan permaneció estoico.
—Director Banner —dijo este último para la sorpresa de todos los presentes—. Hay algo que me gustaría discutir con usted personalmente.
—Por supuesto. Chicos, salid del despacho, por favor.
Extrañados por la repentina aportación de Ryan, ambos adolescentes obedecieron al director.



Las chispas saltaban al ritmo del choque de las espadas. Supervisor y Peter se enzarzaban en un combate de entrenamiento aún más frenético  de lo usual.
—Te veo tenso, Gonzales. ¿Qué te ocurre? —dijo el profesor, con burla y preocupación a partes iguales.
—Tengo un mal presentimiento. Creo que va a ocurrir algo grande pronto. Va a haber que luchar. Luchar de verdad.
Ambos contendientes detuvieron su batalla.
—¿Has tenido antes esa sensación?
—Sí… —musitó el chico—. Y no tengo buenos recuerdos de ninguna de ellas.
—Entiendo. Hablaré con Banner sobre ello, no te preocupes.
—¿Tan fácilmente me crees? —se mofó un poco el chico.
—He analizado y copiado todos tus movimientos, mocoso. Prácticamente he entrado en tu mente. Sé cuando me mientes. Siempre sé cuando me mienten.
Tras decir eso, Supervisor dio por terminada la clase y salió del gimnasio. Antes de atravesar el umbral de la puerta, se giró a mirar a Peter.
—Si vas a salir al exterior, necesitarás un seguro. Algo que os proteja a ti, a tus amigos y a tu familia.
—No tengo nada que necesite ser protegido —respondió el chico, sombrío.
—Pero lo tendrás algún día. Eso no lo dudes. Una identidad secreta. Está muy visto, pero todos los que trabajamos a un nivel, digamos, superior al humano, la tenemos. Puede parecer poca cosa, pero es muy útil.
Tras decir eso, el hombre de la capa blanca se retiró.



—Entonces, ¿necesitas ayuda para controlar tus poderes?
—Sí. He recibido señales, no preguntes cómo. Sé que se acerca algo grande. Una gran batalla. No quiero luchar y hacer daño a mis aliados. Y tú sabes cómo obtener el control.
—Ahí te equivocas. Tengo el control ahora, sí, pero no lo obtuve yo.
—¿Y cómo lo conseguiste?
—Gracias a Tony Stark y al virus Extremis.
Ryan se sintió decepcionado por un momento, pero Banner volvió a hablar.
—No obstante, la naturaleza de tus poderes es muy diferente a la mía. Yo los obtuve de la ciencia, y tú de la magia. No obstante, tenemos a alguien que puede ayudarte, no te preocupes.
—¿Quién?
—Stephen Strange, el Doctor Extraño.



—Entonces… ¿Nombres de superhéroe?
—Eso dijo Supervisor, sí.
—¿Tan seguro estás de que falta poco para que tengamos que luchar? —preguntó Amanda con preocupación.
Peter se encogió de hombros.
—Tú decides si creerme o no. Pero luego no te arrepientas.
—También necesitaremos trajes, ¿no? —exclamó Charlie emocionado.
—Hombre, si el objetivo es ocultar nuestra identidad… —reflexionó Zack.
—Oh, vamos, chicos, ¿ya os estáis imaginando siendo superhéroes? ¡Parecéis críos!
—Hola, Gorgona. Cuánto tiempo sin verte… —saludó Zane con apatía a la recién llegada, Claire Sylar, que venía acompañada de toda su panda de matones. Y con el muñeco de nieve con esteroides también.
—¿Cómo me has llamado? —replicó la chica, molesta, al tiempo que su pelo se teñía por sí mismo de un color rojo carmesí.
—Gor-go-na. Ya sabes
, como las mujeres de la  mitología griega. Las que tienen serpientes en lugar de pelo. Aunque, bien pensado, tú eres más bien como una serpiente con un pelo totalmente genial.
El cabello de la chica comenzó a moverse como si estuviera vivo. Estaba roja, Zane no sabía si por ira o por vergüenza.
—¿Le has insultado o halagado? —le susurró Zack entre risas.
—Ambas —le contestó Zane.
La chica parecía a punto de gritar, pero, entonces, fue interrumpida por la megafonía.

—Estimados alumnos, presentaos por favor en el salón de actos dentro de una hora. Hay un asunto que la junta directiva desea discutir con vosotros. Gracias por vuestra atención.

17 ago 2016

¡ATENCIÓN, ATENCIÓN! ¿Cambios?

Esta estrada es puramente informativa, independientemente de la colección. A petición y sugerencia de algunos lectores vamos a realizar un pequeño cambio de formato a fin de amenizaros la lectura, mejorar la dinámica del blog y, por qué no decirlo, aumentar las dosis de hype de una manera más amena y periódica.

Este cambio consiste en que vamos a cortar el capítulo mensual a la mitad. Esto no quiere decir que seamos unos vagos y vayamos a escribir menos, sino que escribiremos lo mismo, pero dividiremos cada episodio a la mitad y haremos dos entregas cada mes. Lo mismo, pero mejor presentado. De esta manera no tendréis que leer un Word de 10 hojas cada mes (todos sabemos la pereza que da eso), sino 5 dos veces al mes.

Esperamos que este cambio sea para bien y de vuestro agrado. De todas maneras, veremos cómo va evolucionando esto en la respuesta por vuestra parte, lectores nuestros.
Una vez más gracias por todas vuestras visitas y darnos la sensación de que gusta lo que hacemos. Un saludo a todos y un abrazo muy fuerte.



El equipo de New Generations

16 ago 2016

New Generations #009. Una visita a la enfermería.

No habían dejado entrar a Peter en la sala de urgencias de la enfermería, así que sólo le quedaba esperar a la puerta del quirófano improvisado. Acababa de conocer al doctor “Cardiac”, pero había sabido tranquilizarlo, cosa que no todo el mundo era capaz de hacer. Así que allí se encontraba, sentado en una silla de plástico, ensimismado en sus pensamientos.
¿Quién era esa chica? ¿Por qué se preocupaba tanto por ella sin conocerla? No le solía importar el resto del mundo, sólo quien se lo merecía… ¿Acaso le gustaba la pelirroja? Su atractivo era indiscutible, pero no se había sentido así desde… desde Elizabeth. Y aún no se había recuperado de aquello. No estaba preparado.
De su brazo derecho empezó a salir una espada. Era de hoja ancha, negro azabache, a excepción del filo, que era plateado, formando olas que juntas daban la sensación de ver el perfil de un mar gris, del mismo color de sus ojos. Tenía una inscripción en lo que parecía ser un idioma asiático, también plateada. Pese a haber salido de su brazo, Peter no sabía qué significado tenían aquellos símbolos. El mango estaba cubierto por una especie de vendaje blanco, de forma un tanto rudimentaria. Aquella era la primera arma que salió de él, y le recordaba todo lo que le había importado y lo que había perdido.
De repente, una chica de estatura media, delgada, con una melena larga y oscura salvo por dos mechas que ocupaban su flequillo se acercó a la puerta con intención de entrar en el interior. Sus mechas eran azul y amarilla respectivamente. Peter le cortó el paso espada en mano.


–Oye, no puedes entrar, están en medio de una intervención.


Sin casi darle tiempo a reaccionar, del puño de aquella chica salieron dos cuchillas que rápidamente anularon cualquier movimiento posible con el arma blanca. Dos cuchillas que recordaban mucho a las de Lobezno, el difunto X-Man.


–Mira, chaval, me han llamado para ayudar a alguien ahí dentro, así que no me molestes y quítate de mi camino.


Ante aquella afirmación, el latino se sintió desconcertado, pero pese a ello se apartó y dejó pasar a la muchacha, que atravesó la puerta, cerrándola tras ella.


–¿Una… Una chica Lobezno?


Pero no le dio tiempo a pensar en lo que le acababa de pasar, ya que tras él, fuera de la zona hospitalaria, se había producido un fuerte sonido de choque acompañado de una especie de liviano temblor de tierra. No quería alejarse demasiado, pero su instinto le empujaba a comprobar que todo estaba bajo control allá afuera. Así que, espada en mano, salió. Y lo que allí se encontró era impresionante a la par que incomprensible.
El director Banner, convertido en una gran mole de testosterona verde y radioactiva, estaba peleando con Iron Man en esa nueva armadura blanca suya. Ni sabía por qué peleaban ni le importaba. Sólo quería que nadie molestara a los enfermos, especialmente a la chica herida. Miró a la gente, estudiantes en su mayoría, que se congregaban alrededor de los dos Vengadores fundadores, como aquel que observa un accidente. No corrían a esconderse. No intentaban buscar ayuda o proteger a los de los cursos menores. Con razón no le gustaba la gente.
Se suponía que estaban allí para aprender, no sólo matemáticas, historia y todas esas asignaturas. Estaban allí para aprender valores. O eso pensaba él, aunque aún no había recibido ninguna lección de responsabilidad o civismo. ¿Es que el sistema educativo sólo se dedicaba a escupirles datos?
Miraba a sus compañeros y sólo veía ovejas encerradas en un redil. Incluso allí veía a Zane hablando con una chica (¿O era un chico?) tranquilamente, aunque no le sorprendía, con el pasotismo y los aires de superioridad que mostraba en ocasiones. Aunque no le caía mal, sentía que detrás de aquello había un chico que se escudaba tras una actitud arrogante.
En el poco tiempo que les había tomado a aquellos pensamientos pasar por su mente, la batalla había terminado y ni siquiera se había enterado de cómo, aunque ruidosos habían sido un rato. Stark había caído.
Perdiendo el poco interés que había generado en él aquella pelea, volvió a meter el espadón negro en su cuerpo y volvió hacia el interior de la zona hospitalaria. La chica de las manos cortantes salía por la puerta que antes había atravesado. Su cuerpo estaba cubierto de heridas, muy similares en posición y aspecto a las que tenía la pelirroja en el momento en el que la encontró. Solo que mientras caminaba, los cortes y magulladuras desaparecían de la pálida piel de la chica. Estaba claro que poseía factor curativo, como su contrapartida masculina. Una simple imitadora no podría hacer eso.


–Oye, ¿qué ha pasado ahí dentro? –preguntó el moreno.


–No tengo tiempo. Aparta.


–Mira, chica, tengo que saber qué pasó ahí dentro –respondió al tiempo que agarraba a la delgada mutante del brazo.


Aquel gesto molestó a la “Lobezna”, que sacó las garras, esperando que aquel gento amedrentara al chaval y la dejara en paz.


–¿Buscas problemas, mocoso?


Y al ver las dos garras metálicas que le recordaban al modo en el que las espadas salían de su cuerpo se le pasó una idea por la cabeza: sacó la hoja de tres espadas miniatura de los nudillos de cada puño, sin llegar a generar las empuñaduras, de manera que emulaba al X-Man canadiense.
Ante la imagen que tenía delante, la morena dejó caer los brazos despacio, mientras retraía las garras y se cerraban los agujeros que se habían formado al sacarlas. Una lágrima apenas visible descendía por su mejilla.


–No… no vuelvas a hacer eso. No eres él. Él está muerto.


Peter se dio cuenta de que tener los mismos poderes podría convertir a la chica y a Lobezno en parientes. Y que aún estaba de luto.


–Yo… Lo siento, sólo estoy preocupado por la chica de ahí dentro. No quería consternarte.


–Ella… está bien, tiene unos poderes interesantes. ¿Y tú que poderes tienes? Porque no pude oler el metal en tu cuerpo hasta que apareció en tus manos.


–Puedo crear espadas a través de mi cuerpo. Soy un mutante, como supongo que eres tú.


–¿Mutante? No lo creo. Todos los mutantes tienen un olor… característico. Casi indetectable, pero inconfundible. Deberías preguntarle a un experto, pero no me pareces un mutante.

Aquella noticia impactó al mexicano. Si no era un mutante una tonelada de preguntas recaía sobre sí mismo. No sabía por qué podía hacer lo que hacía.

En aquel momento se volvió a abrir la puerta tras de sí y Cardiac asomó su cabeza.


–¿Peter? Puedes pasar a verla si quieres y te informaré de la situación.


–Gracias, doctor –se volvió a la chica–. Tengo que irme. Y una vez más, lo siento mucho… esto…


–Laura.


–Encantado, Laura. Yo soy Peter. Nos vemos.


Y los dos hombres desaparecieron por la puerta dejando a la pobre X-23 recuperándose de la visión del fantasma del pasado que acababa de ver.
Una vez que entraron en la zona de cuidados intensivos pudieron ver a la pelirroja. Estaba en una camilla, dormida, vestida con una bata de paciente y tapada con una sábana hasta la altura de su pecho, dejando los brazos por fuera de la misma. Sus ropajes estaban colocados en una silla al lado de la cama. Peter se estremeció al ver esa capa con capucha, raída y de color rena que había visto antes. Pero no podía ser la misma capa. Aunque lo que más le sorprendía era que el resto de sus ropas era bastante escaso, consistiendo en un pantalón corto y la parte de arriba de un bikini.
El doctor y ex-héroe, percatándose del vistazo del chico al peculiar “outfit” de la paciente para la temporada del año en la que se encontraban se dispuso a explicarle la situación.


–Hemos identificado a la paciente como Jacqueline Becquet, una estudiante de un instituto de Nueva
York, de Manhattan concretamente. Los últimos reportes médicos que he podido conseguir indican que tiene leucemia. O debería tenerla, porque en el nuevo análisis que le acabo de hacer no he detectado ni siquiera restos de la enfermedad. Y esto se debe a sus poderes, que, por cierto, no estaban registrados en ningún archivo, noticia o base de datos ni de S.H.I.E.L.D. o la Escuela Jean Grey, por lo que debo suponer que acaba de conseguirlos, aunque no tenemos aún los resultados del análisis genético para determinar si es mutante, inhumana o víctima de algún experimento. Y si tuviera que apostar diría que lo último será lo que nos esclarezcan las pruebas.


–¿Qué clase de poderes tiene?


–Pues básicamente es capaz de transposicionar cambios de estado en la salud mediante el contacto físico. Esto quiere decir que, por ejemplo, si tú te haces una herida en el brazo y ella te toca con intención de ello, puede sanar tu brazo a cambio de que en el suyo aparezca la herida en cuestión, en el mismo lugar y con la misma gravedad que en tu cuerpo. Y de igual manera, si toca a un tercero, la herida que en un comienzo era tuya puede aparecer en el brazo de otra persona a través de ella. Tengo la teoría de que su leucemia desapareció de esta manera… He de reconocer que desde el punto de vista médico es una situación harto interesante.


En aquel momento, otro pensamiento cruzó la mente de Peter.


–Un momento, doctor. ¿Puede determinar la presencia del gen X en el ADN? ¿Podría hacerlo con el mío?


–¿No sabes qué clase de poderes tienes?


–Bueno, sé que no soy Inhumano, ya que no pasé por eso de la niebla ni lo del capullo del que hay que salir y definitivamente no han experimentado conmigo. Surgieron de la nada, por lo que pensaba que era mutante, pero la chica lobezno me dijo que no huelo a mutante. ¿Podría hacérmelas? No tengo mucho dinero, pero necesito saberlo.


–No digas tonterías, Peter, con el equipo del que dispone el campus puedo hacértelas gratis, aunque los resultados tardarán como una semana en llegar.


–Le estaría muy agradecido, doctor.


–No es nada, chico. Es mi trabajo.


–¿Eres tú el que me trajo aquí? –sonó una voz a sus espaldas.


Jacqueline había despertado.










–Así que eres de Manhattan, ¿eh? –dijo Zack.


–Pues sí, era estudiante en un instituto del centro, aunque hace bastante que no voy –explicó Jacqueline.


–¿Y eso? –preguntó Aline con interés.


–Llevaba un tiempo ingresada en el hospital y no sé muy bien si seguiré siquiera matriculada, jaja –dijo con una sonrisa. Parecía una persona agradable.


–¿En el hospital? ¿Y te estabas recuperando de alguna operación o algo así? –preguntó Mick.


–Leucemia –respondió ella, dejando de sonreír por un momento.


Un silencio se cernió sobre la mesa del grupo. Hasta Ryan, que siempre parecía ausente, se giró hacia la pelirroja.

–Pero no os alarméis –continuó ella–. Sé que suena un tanto fuerte, pero mis poderes me consiguieron curar…


–¿Cuáles son tus poderes? –preguntó Amanda.


–¿No os lo dijo Peter? –en ese momento las miradas se dirigieron al chico moreno–. Es agradable saber que aún hay gente discreta en el mundo –añadió, dedicándole una sonrisa.


En ese momento, Peter se sintió un poco ruborizado, aunque procuró no exteriorizarlo.


–Simplemente no me corresponde a mí explicarle a nadie la vida privada de una persona –respondió este, cruzando los brazos sobre el pecho en su típica posición a la defensiva.


–Pues de veras lo aprecio –continuó ella. A continuación, se dirigió al resto del grupo–. Mis poderes consisten en que, si me hiero o muero de alguna manera, entrando en contacto con otra persona mis heridas desaparecen pasando a ella.


–Pero entonces –comenzó a procesar Zack–, ¿quién…?


Sin embargo, antes de terminar su pregunta fue interrumpido por el acercamiento a la mesa de dos figuras. Una era de sobra conocida, tratándose de Zane. El otro era un adolescente de cabello negro brillante muy largo, recogido en una trenza lateral. Su tez era muy pálida y su altura dejaba mucho que desear.


–Chicos, este es Percival Xerxes –presentó el de los ojos verdes, con un aire más animado que de costumbre–. Se quiere unir al grupo.


–En realidad no he dicho eso –replicó el acompañante del ilusionista– no vengo a invadir el espacio de nadie.


–Bueno vale, me cae bien y quiero que se una, lo admito –replicó este.


–No veo problema, Jacqueline también se acaba de unir al grupo –dijo Mick.


–Hola, yo soy Jacqueline –respondió la sonriente pelirroja.


–Encantado, yo soy Percy, y puedo generar un aura defensiva que me protege de todo.


Y así, sin apenas darse cuenta, el grupo iba creciendo poco a poco, con gente de lo más variopinta. Y al final no importaba si eras humano, inhumano, mutante o cualquier otra variable conocida o por conocer. Daba igual quién fueras o lo que tuvieras, que fueras afroamericano, asiático, caucásico o hindú. Sólo hacía falta que quisieras sentirte parte de algo, que no quisieras estar solo. Y eso hacía únicos a aquellos chicos y chicas. Apenas se conocían aún, pero eso no era impedimento para que empezaran a apreciarse entre sí. Y precisamente ese sentimiento de hermandad era el que les llevaría de aventuras a partir de entonces.
Tras pasar la tarde de aquel sábado entre batidos e historias personales, cada uno se fue a su habitación. Aquel día no había pasado nada espectacular (quitando que Iron man se liara a bofetadas con Hulk), pero lo recordarían siempre con cariño por todo lo que se conocieron los unos a los otros. Aquel día se había consolidado el grupo.






EPÍLOGO


Eran las once de la mañana del domingo. Una figura alta, masculina, de pelo negro y enmascarada entraba al patio central del campus. Nuestro grupo de poderosos adolescentes estaba paseando camino al campo de baloncesto. Estaban a cierta distancia del sujeto, pero esto no fue un impedimento para que el aura dorada del mismo llamara la atención de Zack incluso de lejos. El intrépido chico se acercó con su característico aire extrovertido al visitante de las instalaciones, llamado por su curiosidad insaciable a entablar una conversación con aquel hombre.


–Hola, buenos días –dijo con una sonrisa y tendiéndole la mano–. Yo me llamo Zack y estudio aquí, ¿y tú eres…?


–Shock –respondió tendiéndole la mano–. Mi nombre es Shock.






Aquí en el epílogo presentamos con orgullo el segundo personaje enviado por un lector haciendo su cameo. En este caso se trata de Shock, creado con esmero y detalle por ERoy Wolf, autor que cuenta con un libro terminado sobre este personaje y un segundo que está en camino. Aún no le han publicado, ¡pero sin duda sabemos que es solo cuestión de tiempo! Desde aquí te enviamos un saludo muy grande, ERoy, y mucho ánimo.
En el siguiente capítulo, Shock provocará una cuestión en nuestros personajes que no se habían planteado hasta el momento, pero para saber de qué se trata tendreís que esperar un mes o con suerte, un par de semanitas. Gracias por vuestra paciencia y apoyo a todo el que está leyendo esto.

El equipo de New Generations.

13 jul 2016

New Generations #008. Renovaciones.

No hay un mejor despertador para el fin de semana que las ovaciones y los gritos de terror de los estudiantes entrando en la habitación a través del enorme agujero que, hacía apenas cinco minutos, era una pared.
Eso, si no tenías en cuenta los disparos de energía del hombre de la armadura, y los rugidos de ira y dolor de la gran mole verde.
En efecto, damas y caballeros, ese sábado, el despertador personal de Zane Cross fue una batalla campal en los jardines del campus entre Iron Man y Doc Green. Todo un espectáculo digno de admirar, si no fuesen las ocho de la mañana y el pobre chaval no se estuviera muriendo de sueño.
Zane se giró perezosamente para echarle un ojo a la habitación. Parecía que "deditos chispeantes", como a él le gustaba llamar a su compañero de habitación cuando no le oía, ya se había levantado. Probablemente estaría abajo, viendo la pelea con el resto del cuerpo estudiantil.
Como era fin de semana, no estaban obligados a ponerse los uniformes característicos de la escuela: lo típico, pantalones negros, camisa blanca, y jersey azul marino con el escudo de la Academia Tony Stark bordado en el pecho. Lo único realmente apreciado del uniforme por el alumnado (y solo por alguno de los chicos) eran las faldas del sector femenino, cuya escasa longitud era, obviamente, cortesía del fundador. Zane no estaba particularmente interesado ni siquiera en eso.
Como le daba pereza cambiarse, y no tenía otra cosa a parte del horrible uniforme, dos pares de calzoncillos, y el pantalón de chándal que usaba para dormir, proyectó a su alrededor la ilusión de unos vaqueros y una camiseta negra, y salió de la habitación. No le protegería del frío, pero al menos nadie se daría cuenta de que iba semidesnudo.
Salió del edificio de habitaciones a paso calmado, esquivando por los pelos un fragmento de columna que fue arrojado en su dirección.

—Vaya, eso fue peligroso —comentó en voz alta, a pesar de que no había nadie escuchándole.

El joven siguió caminando sin prisa alguna, en busca de alguien que pudiera explicarle por qué el director y el fundador de su instituto estaban librando una batalla campal. Tras un par de decenas de minutos, encontró por fin a una persona que no estaba ni contemplando emocionado la batalla, ni huyendo de ella.
El chico en cuestión estaba sentado pacientemente en un banco del campus, leyendo un libro. Zane no pudo evitar ojear la portada. "Las Mil y Una Noches", rezaba el título.

—Debe ser un libro muy interesante, para que te llame más la atención que el espectáculo que está viendo todo el mundo.

—Tú tampoco pareces muy interesado en esa pelea —la voz del joven era aniñada, casi angelical—. ¿Quieres algo?

—Saber por qué hay un hombre con armadura y un gorila verde radioactivo intentando matarse en el patio de un instituto, para empezar.

–¿No lo sabes? —el chico cerró el libro y se puso en pie de un salto.

Era bajito, muy bajito, y parecía más un niño pequeño que un adolescente. Llevaba el pelo muy largo y negro, con destellos azulados tan prominentes que a veces parecía tener una melena totalmente celeste, aunque estaba recogido en una trenza que llegaba casi hasta el final de su espalda. Sus ojos, de un color púrpura intenso, se clavaron en los de Zane. Bien mirado, resultaba imposible adivinar si era un chico o una chica, e incluso descifrar cuál era su edad real.

—Mi nombre es Percival Xerxes —continuó hablando. Al menos ahora quedaba claro que era un chico—, pero puedes llamarme Percy. Verás, el director Banner se ha enfadado con el señor Stark por haber puesto a alumnos de la Academia en peligro mortal, así que le insistió en que abandonara la escuela para siempre.

—Pero la escuela pertenece al señor Stark, ¿no? —cuestionó Zane— No pueden sacarle de aquí tan fácilmente.

—Ese es el principal inconveniente. El señor Stark se ha negado a abandonar su escuela, y ponerle una demanda sería un proceso demasiado lento. Por tanto, el director ha optado por sacarle a la fuerza.

—Y por eso se ha vuelto grande y verde.

—Exacto.

—Interesante cuanto menos. Oye, Percy, ¿no crees que aquí corremos peligro de que nos alcance un láser, un misil, una roca voladora, o un "¡Hulk aplasta!"?

—Mis poderes me hacen invulnerable a cualquier tipo de daño. Es como una especie de escudo mágico que me protege. Así que no, no corro peligro alguno. No obstante, no puedo decir lo mismo de ti.

—Ah, no, tranquilo. Estaré bien —Zane no estaba dispuesto a contarle al chico la extraña naturaleza de sus habilidades, pero como no preguntó, pues tampoco hizo falta —. Entonces... ¿Nos sentamos a disfrutar del espectáculo?

—Claro, ¿por qué no?

T'Challa contemplaba con tranquilidad la batalla campal entre sus dos compañeros. Doc Green parecía llevar toda la delantera, pero Stark era inteligente y cauteloso, y poco a poco le iba comiendo terreno. Así a ojo, podía decirse que el 20,17% del campus ya estaba totalmente destruido, y al rededor del 75,32% había sufrido daños. Eso solo dejaba un 4,51% de suelo seguro donde dejar a los alumnos.

—Alteza, deberíamos llevar a los estudiantes fuera del campus —señaló por sexta vez la criatura azul humanoide a su lado.

—Tranquilo, doctor McCoy, todo saldrá bien. A menos que sea Tony quien salga airoso de este duelo, claro. En ese caso, comience a preocuparse.

—¿¡Quién te crees que eres, Stark!? —bramó la versión más fuerte y enfadada de Doc Green— ¿Te crees un dios, eh?

—Casi —respondió Iron Man–. Soy científico.

Como respuesta, la masa verde se limitó a rugir.
Los golpes y disparos continuaron. Tony trató de golpear la parte de atrás de las rodillas de Banner con sus repulsores, pero la potencia de sus láseres fue insuficiente para atravesar la gruesa piel del Destructor de Mundos.

—¡No puedes vencerme, Stark! ¡Ríndete y abandona la escuela!

—¿Estás seguro, Bruce?

La máscara de la armadura se cerró, y sus ojos pasaron de un brillo azul a uno rojo. Una masa de metal líquido llegó volando y se fundió con la armadura, haciendo que el tamaño de esta se multiplicara hasta duplicar el de Doc Green.

—¿Cómo llamas a eso? ¿Hulkbuster Superior? —preguntó sarcásticamente el gigante verde.

—¿Qué te parece "Hulk Hunter"?

La armadura liberó varias decenas de misiles teledirigidos, que cortaron el aire persiguiendo a Banner. La criatura gamma aterrizó, causando una enorme brecha en el suelo. Dio un pisotón para levantar parte del pavimento, y se protegió con él de gran parte de los misiles. Saltó, agarró dos de los cinco restantes con cada mano, y los redirigió a base de fuerza bruta para que chocaran con otros dos. El que quedó fue agarrado también, y relanzado en dirección a Tony. Sin embargo, el multimillonario lo destruyó con los repulsores sin mayor complicación.

—¡No me lo pongas más difícil, Bruce! Por cierto, ¿qué te parece "Stark's Hulk Hunter"? Todo suena mejor si incluyes la palabra Stark en el nombre.

El director calló sobre un árbol, hundiéndolo en la tierra.

—¿¡Y qué te parece a ti si te callas de una vez!? —bramó Doc Green.

Sin pensarlo, el gigante verde saltó sobre un edificio. Stark se lanzó hacia él surcando el cielo.

—Lo siento, Tony, pero ya me he cansado.
Sin pensárselo dos veces, Bruce dio una fuerte palmada, enviando fuertes ondas de sonido en dirección al ingeniero.

—¿Crees que con eso es suficiente para vencerme?

Las ondas de sonido liberadas por la palmada no hicieron efecto sobre la armadura simbiótica. Tony rió para sus adentros. Sin embargo, Doc Green dio una segunda palmada. Y una tercera. Y continuó golpeando sus manos fuertemente. Rocas, arbustos, árboles y trozos de suelo salían disparados por las ondas producidas. Poco a poco, la armadura de Iron Man comenzó a separarse de su cuerpo poco a poco.

—¿Qué? Me aseguré de que la Mark 51 no tuviera ninguna de las debilidades del simbionte original.

—La frecuencia de mis ondas de choque es demasiado alta, Stark. Y si las envío constantemente...

Hulk comenzó a dar palmas con más y más fuerza y velocidad. Continuó así, hasta que la armadura abandonó totalmente a Tony. El ex filántropo cayó, desarmado, al suelo, pero fue atrapado rápidamente por Doc Green, que lo depositó en tierra suavemente.
T'Challa y Bestia se acercaron a los contendientes.

—Se ha acabado, Stark. No más Academia para ti. Espero que, al menos, reflexiones sobre lo que has hecho.

—Vaya, esa frase es muy de profesor, Alteza, ¿ya os habéis acostumbrado a vuestra nueva vida? —se mofó el CEO.

—Deberías tratarme con más respeto, Stark. Voy a comprarte la escuela.

—No está en venta —rió Tony con socarronería.

—Arriesgar la seguridad de diez menores, una de las cuales está bajo tu tutoría legal. Estafa, implantación de tecnología de dudosa legalidad en un recinto escolar... Creo que son motivos suficientes para una denuncia. ¿10, 15 años de prisión, tal vez? —mencionó Hank.

—Tú decides, Tony —planteó el rey wakandiano —. ¿La escuela, o la cárcel?


—Hace mucho que no se les ve, ¿no? ¿Habrán terminado ya?

Amanda se encogió de hombros. Realmente no tenía ganas de comentar la batalla entre el director y el señor Stark.

—Mick... No hace falta que te quedes conmigo, de verdad... Estaré bien.

El rubio parecía no saber qué responder.

—Es obvio que no estás bien. A-además, Aline está ocupada, así que no puede quedarse contigo hoy...

—¡No necesito a alguien vigilándome todo el día! —chilló la chica. Al ver que su compañero agachaba la cabeza, se sintió fatal —. Mira, Mick, últimamente está yendo todo fatal... Entro en este instituto y ya me hacen pelar, casi os mato a todos, y encima mi padre me traiciona... No puedo evitar estar así, lo siento.

El joven permaneció en silencio durante varios segundos.

—Esto...—dudó por un momento más— ¿Necesitas un abrazo?

Amanda sonrió tímidamente.

—Por favor.

Mick se acercó un poco a la chica y, tímidamente, le rodeó la espalda con un brazo. Ella apoyó la cabeza sobre el hombro del joven, y dejó que las lágrimas cayeran.
Se sentía un monstruo, su poder era incontrolable sin la ayuda del señor Stark, y podía hacer daño a la gente que apreciaba. Acababa de hacer amigos, e iba a perderlos porque era peligrosa. Ya nadie se acercaría a ella, y estaría sola otra vez.

—A mí no me puedes hacer daño... —murmuró Mick en voz muy baja.

—¿Qué? —la chica, sorprendida por el comentario, detuvo sus sollozos.

—Mi cuerpo es de agua... Los ataques me atraviesan si no quiero que me toquen, y en ese estado no siento dolor. Aunque te descontroles, no puedes hacerme nada, así que estaré ahí para protegerte...

Amanda sintió como la temperatura de su rostro aumentaba levemente. Era la primera que alguien, a parte de Iron Man, le decía algo así. Sintió que las lágrimas volvían a surgir, así que hundió la cara en el pecho del chico.
Se sintió culpable por mojarle la camiseta con sus lágrimas, pero aún así necesitaba llorar. Se aferró a él con toda su fuerza, y por un momento temió hacerle daño con sus brazos metálicos, pero no escuchó de él ningún tipo de queja o gemido. Sentía el corazón de Mick latir apresuradamente en su rostro, y eso, en cierto modo, la confortó.

—¡Ten cuidado, Morgan, igual te explota en la cara!

Amanda se separó rápidamente, avergonzada, al escuchar la voz. Sin embargo, cuando procesó el contenido de la frase, la vergüenza se tornó pena.
El dueño de la voz era el cretino de Chris Murray, acompañado de todos sus amiguitos. Notó que Mick temblaba un poco.

"¿Le dan miedo?"

Era obvio que sí. Sin embargo, el chico se puso en pie y se interpuso entre los abusones y ella.

—De... ¡Déjala en paz, Murray!

—¡Vaya, si se pone gallito! —rió Alan, que estaba a su lado— ¿Quieres pelear, Morgan?

—No te pongas chulo, Mesiah, que ya te ganó una vez —le reprendió la única chica del grupo, una joven guapísima de pelo color caoba. O eso fue al principio, porque tras dirigir su vista a Amanda, si cabello pasó a ser verde —. Bueno, bueno, pequeña bomba, ¿qué te parece si charlamos un rato?

—¿Cómo...? —la rubia no acabó de procesar el insulto de la otra chica, y ella ya había empezado su monólogo.

—Verás, Amanda... Porque te llamas Amanda, ¿no? Bueno, da igual. Me pareces una chica muy agradable, y todo eso, pero el tema es que, bueno, soy de piel sensible y preferiría no ir a clase con una supernova. Lo entiendes, ¿verdad?

—Pero yo...

—Sí, sí, sé que la Academia garantiza nuestra seguridad, y eso, y que tú también estás aquí por un motivo, pero, seamos sinceros, nadie está seguro contigo por aquí.

La veracidad de esas palabras le dolió. Era cierto, mientras estuviera en la escuela era un peligro para todo el mundo. Lo mejor era que de marchase.
Notó cómo Mick se ponía de pie. Se dio cuenta de que el cuerpo del chico temblaba. ¿Miedo? ¿Rabia? Amanda no supo descifrarlo.

"No, no es eso." Pensó al ver que el chico no solo temblaba, sino que literalmente estaba produciendo ondas. "Se está transformando..."

Se fijó en cómo el agua brotaba lentamente de la parte baja de sus pantalones. Iba a enfrentarse a ellos, y Amanda lo sabía.
Lo que no sabía era cómo detenerle, y evitar más problemas.

—¿¡Qué estáis haciendo!?

La voz, femenina, provenía de detrás de los matones.

—Aline...

—¿¡Qué le estáis haciendo a mi mejor amiga!?

La joven pecosa saltó a defender a su amiga.

—¡Aline! —le gritó Amanda preocupada— ¿Qué crees que estás haciendo? ¡No puedes con ellos!

—¡Eso está por ver!

Alan y Chris comenzaron a reírse a carcajadas.

—El pringado del agua y la chica gritona quieres pelearse con nosotros. ¿Qué opinas, Chris?

—Que igual hay que ponerles en su sitio —sonrió Murray.

—Chicos... —musitó Amanda.

Chris dejó salir sus hachas, y Alan se mordió un dedo hasta hacerlo sangrar.
Los cuatro parecían dispuestos a pelear, pero, cuando estaban a punto de lanzarse unos contra otros, una sombra negra apareció en medio de ellos.

—No hay tiempo para peleas, chicos, reuníos todos en el salón de actos.

—Señor T'Challa, ¿qué ocurre? —preguntó la chica de pelo verde.

—Os lo contaremos allí. Ah, y vosotros cuatro —dijo señalando a Mick, Chris, Aline y Alan—, vais a ir a hablar con el director Banner después.


EPÍLOGO

—¿Ves a tus amigos? —preguntó Percy a Zane.

—Pues no... Pero ya los veré después; sentémonos por aquí.

Ambos jóvenes tomaron lugar en las cómodas butacas del salón de actos. A los pocos minutos, el director, acompañado de todo el profesorado, apareció en el escenario.

—Queridos alumnos y alumnas: estoy aquí para informarles de que, a partir de hoy, se van a dar numerosos cambios en la organización de nuestro centro. Empezando con el despido de Anthony J. Stark como presidente del AMPA y miembro de la junta directiva. La entrada de Iron Man al recinto escolar está terminantemente prohibida a partir de ahora. Intentaremos compensar todo el daño estructural y moral producido por su estancia aquí... Queridos estudiantes: os doy nuevamente la bienvenida a la ahora Academia Robert Reynolds para jóvenes superhumanos.