Tony Stark pone sobre la mesa de los Illuminati una propuesta de grandes proporciones: la creación de una escuela en la que puedan convivir mutantes, Inhumanos y humanos con habilidades extraordinarias en condiciones de igualdad. No se busca formar nuevos superhéroes, sino darle a su alumnado una educación propia de jóvenes de su edad, así como enseñarles a utilizar sus dones, los usen para el bien, para el mal o para ninguno de ellos. Aquí encontraréis su historia...
15 dic 2016
New Generations #012. Con el tiempo en los talones (parte 2).
4 nov 2016
New Generations #012. Con el tiempo en los talones (parte 1).
15 oct 2016
New Generations #011. Verethragna (parte 2).
1 oct 2016
New Generations #011. Verethragna (parte 1).
Y lo que vieron les dejó sin aliento.
Todos eran villanos conocidos no, lo siguiente.
15 sept 2016
New Generations #010. De nombres va la cosa (parte 2)
2 sept 2016
New Generations #010. De nombres va la cosa (parte 1)
17 ago 2016
¡ATENCIÓN, ATENCIÓN! ¿Cambios?
Este cambio consiste en que vamos a cortar el capítulo mensual a la mitad. Esto no quiere decir que seamos unos vagos y vayamos a escribir menos, sino que escribiremos lo mismo, pero dividiremos cada episodio a la mitad y haremos dos entregas cada mes. Lo mismo, pero mejor presentado. De esta manera no tendréis que leer un Word de 10 hojas cada mes (todos sabemos la pereza que da eso), sino 5 dos veces al mes.
Esperamos que este cambio sea para bien y de vuestro agrado. De todas maneras, veremos cómo va evolucionando esto en la respuesta por vuestra parte, lectores nuestros.
Una vez más gracias por todas vuestras visitas y darnos la sensación de que gusta lo que hacemos. Un saludo a todos y un abrazo muy fuerte.
El equipo de New Generations
16 ago 2016
New Generations #009. Una visita a la enfermería.
¿Quién era esa chica? ¿Por qué se preocupaba tanto por ella sin conocerla? No le solía importar el resto del mundo, sólo quien se lo merecía… ¿Acaso le gustaba la pelirroja? Su atractivo era indiscutible, pero no se había sentido así desde… desde Elizabeth. Y aún no se había recuperado de aquello. No estaba preparado.
De su brazo derecho empezó a salir una espada. Era de hoja ancha, negro azabache, a excepción del filo, que era plateado, formando olas que juntas daban la sensación de ver el perfil de un mar gris, del mismo color de sus ojos. Tenía una inscripción en lo que parecía ser un idioma asiático, también plateada. Pese a haber salido de su brazo, Peter no sabía qué significado tenían aquellos símbolos. El mango estaba cubierto por una especie de vendaje blanco, de forma un tanto rudimentaria. Aquella era la primera arma que salió de él, y le recordaba todo lo que le había importado y lo que había perdido.
De repente, una chica de estatura media, delgada, con una melena larga y oscura salvo por dos mechas que ocupaban su flequillo se acercó a la puerta con intención de entrar en el interior. Sus mechas eran azul y amarilla respectivamente. Peter le cortó el paso espada en mano.
–Oye, no puedes entrar, están en medio de una intervención.
Sin casi darle tiempo a reaccionar, del puño de aquella chica salieron dos cuchillas que rápidamente anularon cualquier movimiento posible con el arma blanca. Dos cuchillas que recordaban mucho a las de Lobezno, el difunto X-Man.
–Mira, chaval, me han llamado para ayudar a alguien ahí dentro, así que no me molestes y quítate de mi camino.
Ante aquella afirmación, el latino se sintió desconcertado, pero pese a ello se apartó y dejó pasar a la muchacha, que atravesó la puerta, cerrándola tras ella.
–¿Una… Una chica Lobezno?
Pero no le dio tiempo a pensar en lo que le acababa de pasar, ya que tras él, fuera de la zona hospitalaria, se había producido un fuerte sonido de choque acompañado de una especie de liviano temblor de tierra. No quería alejarse demasiado, pero su instinto le empujaba a comprobar que todo estaba bajo control allá afuera. Así que, espada en mano, salió. Y lo que allí se encontró era impresionante a la par que incomprensible.
El director Banner, convertido en una gran mole de testosterona verde y radioactiva, estaba peleando con Iron Man en esa nueva armadura blanca suya. Ni sabía por qué peleaban ni le importaba. Sólo quería que nadie molestara a los enfermos, especialmente a la chica herida. Miró a la gente, estudiantes en su mayoría, que se congregaban alrededor de los dos Vengadores fundadores, como aquel que observa un accidente. No corrían a esconderse. No intentaban buscar ayuda o proteger a los de los cursos menores. Con razón no le gustaba la gente.
Se suponía que estaban allí para aprender, no sólo matemáticas, historia y todas esas asignaturas. Estaban allí para aprender valores. O eso pensaba él, aunque aún no había recibido ninguna lección de responsabilidad o civismo. ¿Es que el sistema educativo sólo se dedicaba a escupirles datos?
Miraba a sus compañeros y sólo veía ovejas encerradas en un redil. Incluso allí veía a Zane hablando con una chica (¿O era un chico?) tranquilamente, aunque no le sorprendía, con el pasotismo y los aires de superioridad que mostraba en ocasiones. Aunque no le caía mal, sentía que detrás de aquello había un chico que se escudaba tras una actitud arrogante.
En el poco tiempo que les había tomado a aquellos pensamientos pasar por su mente, la batalla había terminado y ni siquiera se había enterado de cómo, aunque ruidosos habían sido un rato. Stark había caído.
Perdiendo el poco interés que había generado en él aquella pelea, volvió a meter el espadón negro en su cuerpo y volvió hacia el interior de la zona hospitalaria. La chica de las manos cortantes salía por la puerta que antes había atravesado. Su cuerpo estaba cubierto de heridas, muy similares en posición y aspecto a las que tenía la pelirroja en el momento en el que la encontró. Solo que mientras caminaba, los cortes y magulladuras desaparecían de la pálida piel de la chica. Estaba claro que poseía factor curativo, como su contrapartida masculina. Una simple imitadora no podría hacer eso.
–Oye, ¿qué ha pasado ahí dentro? –preguntó el moreno.
–No tengo tiempo. Aparta.
–Mira, chica, tengo que saber qué pasó ahí dentro –respondió al tiempo que agarraba a la delgada mutante del brazo.
Aquel gesto molestó a la “Lobezna”, que sacó las garras, esperando que aquel gento amedrentara al chaval y la dejara en paz.
–¿Buscas problemas, mocoso?
Y al ver las dos garras metálicas que le recordaban al modo en el que las espadas salían de su cuerpo se le pasó una idea por la cabeza: sacó la hoja de tres espadas miniatura de los nudillos de cada puño, sin llegar a generar las empuñaduras, de manera que emulaba al X-Man canadiense.
Ante la imagen que tenía delante, la morena dejó caer los brazos despacio, mientras retraía las garras y se cerraban los agujeros que se habían formado al sacarlas. Una lágrima apenas visible descendía por su mejilla.
–No… no vuelvas a hacer eso. No eres él. Él está muerto.
Peter se dio cuenta de que tener los mismos poderes podría convertir a la chica y a Lobezno en parientes. Y que aún estaba de luto.
–Yo… Lo siento, sólo estoy preocupado por la chica de ahí dentro. No quería consternarte.
–Ella… está bien, tiene unos poderes interesantes. ¿Y tú que poderes tienes? Porque no pude oler el metal en tu cuerpo hasta que apareció en tus manos.
–Puedo crear espadas a través de mi cuerpo. Soy un mutante, como supongo que eres tú.
–¿Mutante? No lo creo. Todos los mutantes tienen un olor… característico. Casi indetectable, pero inconfundible. Deberías preguntarle a un experto, pero no me pareces un mutante.
Aquella noticia impactó al mexicano. Si no era un mutante una tonelada de preguntas recaía sobre sí mismo. No sabía por qué podía hacer lo que hacía.
En aquel momento se volvió a abrir la puerta tras de sí y Cardiac asomó su cabeza.
–¿Peter? Puedes pasar a verla si quieres y te informaré de la situación.
–Gracias, doctor –se volvió a la chica–. Tengo que irme. Y una vez más, lo siento mucho… esto…
–Laura.
–Encantado, Laura. Yo soy Peter. Nos vemos.
Y los dos hombres desaparecieron por la puerta dejando a la pobre X-23 recuperándose de la visión del fantasma del pasado que acababa de ver.
Una vez que entraron en la zona de cuidados intensivos pudieron ver a la pelirroja. Estaba en una camilla, dormida, vestida con una bata de paciente y tapada con una sábana hasta la altura de su pecho, dejando los brazos por fuera de la misma. Sus ropajes estaban colocados en una silla al lado de la cama. Peter se estremeció al ver esa capa con capucha, raída y de color rena que había visto antes. Pero no podía ser la misma capa. Aunque lo que más le sorprendía era que el resto de sus ropas era bastante escaso, consistiendo en un pantalón corto y la parte de arriba de un bikini.
El doctor y ex-héroe, percatándose del vistazo del chico al peculiar “outfit” de la paciente para la temporada del año en la que se encontraban se dispuso a explicarle la situación.
–Hemos identificado a la paciente como Jacqueline Becquet, una estudiante de un instituto de Nueva
York, de Manhattan concretamente. Los últimos reportes médicos que he podido conseguir indican que tiene leucemia. O debería tenerla, porque en el nuevo análisis que le acabo de hacer no he detectado ni siquiera restos de la enfermedad. Y esto se debe a sus poderes, que, por cierto, no estaban registrados en ningún archivo, noticia o base de datos ni de S.H.I.E.L.D. o la Escuela Jean Grey, por lo que debo suponer que acaba de conseguirlos, aunque no tenemos aún los resultados del análisis genético para determinar si es mutante, inhumana o víctima de algún experimento. Y si tuviera que apostar diría que lo último será lo que nos esclarezcan las pruebas.
–¿Qué clase de poderes tiene?
–Pues básicamente es capaz de transposicionar cambios de estado en la salud mediante el contacto físico. Esto quiere decir que, por ejemplo, si tú te haces una herida en el brazo y ella te toca con intención de ello, puede sanar tu brazo a cambio de que en el suyo aparezca la herida en cuestión, en el mismo lugar y con la misma gravedad que en tu cuerpo. Y de igual manera, si toca a un tercero, la herida que en un comienzo era tuya puede aparecer en el brazo de otra persona a través de ella. Tengo la teoría de que su leucemia desapareció de esta manera… He de reconocer que desde el punto de vista médico es una situación harto interesante.
En aquel momento, otro pensamiento cruzó la mente de Peter.
–Un momento, doctor. ¿Puede determinar la presencia del gen X en el ADN? ¿Podría hacerlo con el mío?
–¿No sabes qué clase de poderes tienes?
–Bueno, sé que no soy Inhumano, ya que no pasé por eso de la niebla ni lo del capullo del que hay que salir y definitivamente no han experimentado conmigo. Surgieron de la nada, por lo que pensaba que era mutante, pero la chica lobezno me dijo que no huelo a mutante. ¿Podría hacérmelas? No tengo mucho dinero, pero necesito saberlo.
–No digas tonterías, Peter, con el equipo del que dispone el campus puedo hacértelas gratis, aunque los resultados tardarán como una semana en llegar.
–Le estaría muy agradecido, doctor.
–No es nada, chico. Es mi trabajo.
–¿Eres tú el que me trajo aquí? –sonó una voz a sus espaldas.
Jacqueline había despertado.
–Así que eres de Manhattan, ¿eh? –dijo Zack.
–Pues sí, era estudiante en un instituto del centro, aunque hace bastante que no voy –explicó Jacqueline.
–¿Y eso? –preguntó Aline con interés.
–Llevaba un tiempo ingresada en el hospital y no sé muy bien si seguiré siquiera matriculada, jaja –dijo con una sonrisa. Parecía una persona agradable.
–¿En el hospital? ¿Y te estabas recuperando de alguna operación o algo así? –preguntó Mick.
–Leucemia –respondió ella, dejando de sonreír por un momento.
Un silencio se cernió sobre la mesa del grupo. Hasta Ryan, que siempre parecía ausente, se giró hacia la pelirroja.
–Pero no os alarméis –continuó ella–. Sé que suena un tanto fuerte, pero mis poderes me consiguieron curar…
–¿Cuáles son tus poderes? –preguntó Amanda.
–¿No os lo dijo Peter? –en ese momento las miradas se dirigieron al chico moreno–. Es agradable saber que aún hay gente discreta en el mundo –añadió, dedicándole una sonrisa.
En ese momento, Peter se sintió un poco ruborizado, aunque procuró no exteriorizarlo.
–Simplemente no me corresponde a mí explicarle a nadie la vida privada de una persona –respondió este, cruzando los brazos sobre el pecho en su típica posición a la defensiva.
–Pues de veras lo aprecio –continuó ella. A continuación, se dirigió al resto del grupo–. Mis poderes consisten en que, si me hiero o muero de alguna manera, entrando en contacto con otra persona mis heridas desaparecen pasando a ella.
–Pero entonces –comenzó a procesar Zack–, ¿quién…?
Sin embargo, antes de terminar su pregunta fue interrumpido por el acercamiento a la mesa de dos figuras. Una era de sobra conocida, tratándose de Zane. El otro era un adolescente de cabello negro brillante muy largo, recogido en una trenza lateral. Su tez era muy pálida y su altura dejaba mucho que desear.
–Chicos, este es Percival Xerxes –presentó el de los ojos verdes, con un aire más animado que de costumbre–. Se quiere unir al grupo.
–En realidad no he dicho eso –replicó el acompañante del ilusionista– no vengo a invadir el espacio de nadie.
–Bueno vale, me cae bien y quiero que se una, lo admito –replicó este.
–No veo problema, Jacqueline también se acaba de unir al grupo –dijo Mick.
–Hola, yo soy Jacqueline –respondió la sonriente pelirroja.
–Encantado, yo soy Percy, y puedo generar un aura defensiva que me protege de todo.
Y así, sin apenas darse cuenta, el grupo iba creciendo poco a poco, con gente de lo más variopinta. Y al final no importaba si eras humano, inhumano, mutante o cualquier otra variable conocida o por conocer. Daba igual quién fueras o lo que tuvieras, que fueras afroamericano, asiático, caucásico o hindú. Sólo hacía falta que quisieras sentirte parte de algo, que no quisieras estar solo. Y eso hacía únicos a aquellos chicos y chicas. Apenas se conocían aún, pero eso no era impedimento para que empezaran a apreciarse entre sí. Y precisamente ese sentimiento de hermandad era el que les llevaría de aventuras a partir de entonces.
Tras pasar la tarde de aquel sábado entre batidos e historias personales, cada uno se fue a su habitación. Aquel día no había pasado nada espectacular (quitando que Iron man se liara a bofetadas con Hulk), pero lo recordarían siempre con cariño por todo lo que se conocieron los unos a los otros. Aquel día se había consolidado el grupo.
EPÍLOGO
Eran las once de la mañana del domingo. Una figura alta, masculina, de pelo negro y enmascarada entraba al patio central del campus. Nuestro grupo de poderosos adolescentes estaba paseando camino al campo de baloncesto. Estaban a cierta distancia del sujeto, pero esto no fue un impedimento para que el aura dorada del mismo llamara la atención de Zack incluso de lejos. El intrépido chico se acercó con su característico aire extrovertido al visitante de las instalaciones, llamado por su curiosidad insaciable a entablar una conversación con aquel hombre.
–Hola, buenos días –dijo con una sonrisa y tendiéndole la mano–. Yo me llamo Zack y estudio aquí, ¿y tú eres…?
–Shock –respondió tendiéndole la mano–. Mi nombre es Shock.
Aquí en el epílogo presentamos con orgullo el segundo personaje enviado por un lector haciendo su cameo. En este caso se trata de Shock, creado con esmero y detalle por ERoy Wolf, autor que cuenta con un libro terminado sobre este personaje y un segundo que está en camino. Aún no le han publicado, ¡pero sin duda sabemos que es solo cuestión de tiempo! Desde aquí te enviamos un saludo muy grande, ERoy, y mucho ánimo.
En el siguiente capítulo, Shock provocará una cuestión en nuestros personajes que no se habían planteado hasta el momento, pero para saber de qué se trata tendreís que esperar un mes o con suerte, un par de semanitas. Gracias por vuestra paciencia y apoyo a todo el que está leyendo esto.
El equipo de New Generations.
13 jul 2016
New Generations #008. Renovaciones.
No hay un mejor despertador para el fin de semana que las ovaciones y los gritos de terror de los estudiantes entrando en la habitación a través del enorme agujero que, hacía apenas cinco minutos, era una pared.
Eso, si no tenías en cuenta los disparos de energía del hombre de la armadura, y los rugidos de ira y dolor de la gran mole verde.
En efecto, damas y caballeros, ese sábado, el despertador personal de Zane Cross fue una batalla campal en los jardines del campus entre Iron Man y Doc Green. Todo un espectáculo digno de admirar, si no fuesen las ocho de la mañana y el pobre chaval no se estuviera muriendo de sueño.
Zane se giró perezosamente para echarle un ojo a la habitación. Parecía que "deditos chispeantes", como a él le gustaba llamar a su compañero de habitación cuando no le oía, ya se había levantado. Probablemente estaría abajo, viendo la pelea con el resto del cuerpo estudiantil.
Como era fin de semana, no estaban obligados a ponerse los uniformes característicos de la escuela: lo típico, pantalones negros, camisa blanca, y jersey azul marino con el escudo de la Academia Tony Stark bordado en el pecho. Lo único realmente apreciado del uniforme por el alumnado (y solo por alguno de los chicos) eran las faldas del sector femenino, cuya escasa longitud era, obviamente, cortesía del fundador. Zane no estaba particularmente interesado ni siquiera en eso.
Como le daba pereza cambiarse, y no tenía otra cosa a parte del horrible uniforme, dos pares de calzoncillos, y el pantalón de chándal que usaba para dormir, proyectó a su alrededor la ilusión de unos vaqueros y una camiseta negra, y salió de la habitación. No le protegería del frío, pero al menos nadie se daría cuenta de que iba semidesnudo.
Salió del edificio de habitaciones a paso calmado, esquivando por los pelos un fragmento de columna que fue arrojado en su dirección.
—Vaya, eso fue peligroso —comentó en voz alta, a pesar de que no había nadie escuchándole.
El joven siguió caminando sin prisa alguna, en busca de alguien que pudiera explicarle por qué el director y el fundador de su instituto estaban librando una batalla campal. Tras un par de decenas de minutos, encontró por fin a una persona que no estaba ni contemplando emocionado la batalla, ni huyendo de ella.
El chico en cuestión estaba sentado pacientemente en un banco del campus, leyendo un libro. Zane no pudo evitar ojear la portada. "Las Mil y Una Noches", rezaba el título.
—Debe ser un libro muy interesante, para que te llame más la atención que el espectáculo que está viendo todo el mundo.
—Tú tampoco pareces muy interesado en esa pelea —la voz del joven era aniñada, casi angelical—. ¿Quieres algo?
—Saber por qué hay un hombre con armadura y un gorila verde radioactivo intentando matarse en el patio de un instituto, para empezar.
–¿No lo sabes? —el chico cerró el libro y se puso en pie de un salto.
Era bajito, muy bajito, y parecía más un niño pequeño que un adolescente. Llevaba el pelo muy largo y negro, con destellos azulados tan prominentes que a veces parecía tener una melena totalmente celeste, aunque estaba recogido en una trenza que llegaba casi hasta el final de su espalda. Sus ojos, de un color púrpura intenso, se clavaron en los de Zane. Bien mirado, resultaba imposible adivinar si era un chico o una chica, e incluso descifrar cuál era su edad real.
—Mi nombre es Percival Xerxes —continuó hablando. Al menos ahora quedaba claro que era un chico—, pero puedes llamarme Percy. Verás, el director Banner se ha enfadado con el señor Stark por haber puesto a alumnos de la Academia en peligro mortal, así que le insistió en que abandonara la escuela para siempre.
—Pero la escuela pertenece al señor Stark, ¿no? —cuestionó Zane— No pueden sacarle de aquí tan fácilmente.
—Ese es el principal inconveniente. El señor Stark se ha negado a abandonar su escuela, y ponerle una demanda sería un proceso demasiado lento. Por tanto, el director ha optado por sacarle a la fuerza.
—Y por eso se ha vuelto grande y verde.
—Exacto.
—Interesante cuanto menos. Oye, Percy, ¿no crees que aquí corremos peligro de que nos alcance un láser, un misil, una roca voladora, o un "¡Hulk aplasta!"?
—Mis poderes me hacen invulnerable a cualquier tipo de daño. Es como una especie de escudo mágico que me protege. Así que no, no corro peligro alguno. No obstante, no puedo decir lo mismo de ti.
—Ah, no, tranquilo. Estaré bien —Zane no estaba dispuesto a contarle al chico la extraña naturaleza de sus habilidades, pero como no preguntó, pues tampoco hizo falta —. Entonces... ¿Nos sentamos a disfrutar del espectáculo?
—Claro, ¿por qué no?
T'Challa contemplaba con tranquilidad la batalla campal entre sus dos compañeros. Doc Green parecía llevar toda la delantera, pero Stark era inteligente y cauteloso, y poco a poco le iba comiendo terreno. Así a ojo, podía decirse que el 20,17% del campus ya estaba totalmente destruido, y al rededor del 75,32% había sufrido daños. Eso solo dejaba un 4,51% de suelo seguro donde dejar a los alumnos.
—Alteza, deberíamos llevar a los estudiantes fuera del campus —señaló por sexta vez la criatura azul humanoide a su lado.
—Tranquilo, doctor McCoy, todo saldrá bien. A menos que sea Tony quien salga airoso de este duelo, claro. En ese caso, comience a preocuparse.
—¿¡Quién te crees que eres, Stark!? —bramó la versión más fuerte y enfadada de Doc Green— ¿Te crees un dios, eh?
—Casi —respondió Iron Man–. Soy científico.
Como respuesta, la masa verde se limitó a rugir.
Los golpes y disparos continuaron. Tony trató de golpear la parte de atrás de las rodillas de Banner con sus repulsores, pero la potencia de sus láseres fue insuficiente para atravesar la gruesa piel del Destructor de Mundos.
—¡No puedes vencerme, Stark! ¡Ríndete y abandona la escuela!
—¿Estás seguro, Bruce?
La máscara de la armadura se cerró, y sus ojos pasaron de un brillo azul a uno rojo. Una masa de metal líquido llegó volando y se fundió con la armadura, haciendo que el tamaño de esta se multiplicara hasta duplicar el de Doc Green.
—¿Cómo llamas a eso? ¿Hulkbuster Superior? —preguntó sarcásticamente el gigante verde.
—¿Qué te parece "Hulk Hunter"?
La armadura liberó varias decenas de misiles teledirigidos, que cortaron el aire persiguiendo a Banner. La criatura gamma aterrizó, causando una enorme brecha en el suelo. Dio un pisotón para levantar parte del pavimento, y se protegió con él de gran parte de los misiles. Saltó, agarró dos de los cinco restantes con cada mano, y los redirigió a base de fuerza bruta para que chocaran con otros dos. El que quedó fue agarrado también, y relanzado en dirección a Tony. Sin embargo, el multimillonario lo destruyó con los repulsores sin mayor complicación.
—¡No me lo pongas más difícil, Bruce! Por cierto, ¿qué te parece "Stark's Hulk Hunter"? Todo suena mejor si incluyes la palabra Stark en el nombre.
El director calló sobre un árbol, hundiéndolo en la tierra.
—¿¡Y qué te parece a ti si te callas de una vez!? —bramó Doc Green.
Sin pensarlo, el gigante verde saltó sobre un edificio. Stark se lanzó hacia él surcando el cielo.
—Lo siento, Tony, pero ya me he cansado.
Sin pensárselo dos veces, Bruce dio una fuerte palmada, enviando fuertes ondas de sonido en dirección al ingeniero.
—¿Crees que con eso es suficiente para vencerme?
Las ondas de sonido liberadas por la palmada no hicieron efecto sobre la armadura simbiótica. Tony rió para sus adentros. Sin embargo, Doc Green dio una segunda palmada. Y una tercera. Y continuó golpeando sus manos fuertemente. Rocas, arbustos, árboles y trozos de suelo salían disparados por las ondas producidas. Poco a poco, la armadura de Iron Man comenzó a separarse de su cuerpo poco a poco.
—¿Qué? Me aseguré de que la Mark 51 no tuviera ninguna de las debilidades del simbionte original.
—La frecuencia de mis ondas de choque es demasiado alta, Stark. Y si las envío constantemente...
Hulk comenzó a dar palmas con más y más fuerza y velocidad. Continuó así, hasta que la armadura abandonó totalmente a Tony. El ex filántropo cayó, desarmado, al suelo, pero fue atrapado rápidamente por Doc Green, que lo depositó en tierra suavemente.
T'Challa y Bestia se acercaron a los contendientes.
—Se ha acabado, Stark. No más Academia para ti. Espero que, al menos, reflexiones sobre lo que has hecho.
—Vaya, esa frase es muy de profesor, Alteza, ¿ya os habéis acostumbrado a vuestra nueva vida? —se mofó el CEO.
—Deberías tratarme con más respeto, Stark. Voy a comprarte la escuela.
—No está en venta —rió Tony con socarronería.
—Arriesgar la seguridad de diez menores, una de las cuales está bajo tu tutoría legal. Estafa, implantación de tecnología de dudosa legalidad en un recinto escolar... Creo que son motivos suficientes para una denuncia. ¿10, 15 años de prisión, tal vez? —mencionó Hank.
—Tú decides, Tony —planteó el rey wakandiano —. ¿La escuela, o la cárcel?
—Hace mucho que no se les ve, ¿no? ¿Habrán terminado ya?
Amanda se encogió de hombros. Realmente no tenía ganas de comentar la batalla entre el director y el señor Stark.
—Mick... No hace falta que te quedes conmigo, de verdad... Estaré bien.
El rubio parecía no saber qué responder.
—Es obvio que no estás bien. A-además, Aline está ocupada, así que no puede quedarse contigo hoy...
—¡No necesito a alguien vigilándome todo el día! —chilló la chica. Al ver que su compañero agachaba la cabeza, se sintió fatal —. Mira, Mick, últimamente está yendo todo fatal... Entro en este instituto y ya me hacen pelar, casi os mato a todos, y encima mi padre me traiciona... No puedo evitar estar así, lo siento.
El joven permaneció en silencio durante varios segundos.
—Esto...—dudó por un momento más— ¿Necesitas un abrazo?
Amanda sonrió tímidamente.
—Por favor.
Mick se acercó un poco a la chica y, tímidamente, le rodeó la espalda con un brazo. Ella apoyó la cabeza sobre el hombro del joven, y dejó que las lágrimas cayeran.
Se sentía un monstruo, su poder era incontrolable sin la ayuda del señor Stark, y podía hacer daño a la gente que apreciaba. Acababa de hacer amigos, e iba a perderlos porque era peligrosa. Ya nadie se acercaría a ella, y estaría sola otra vez.
—A mí no me puedes hacer daño... —murmuró Mick en voz muy baja.
—¿Qué? —la chica, sorprendida por el comentario, detuvo sus sollozos.
—Mi cuerpo es de agua... Los ataques me atraviesan si no quiero que me toquen, y en ese estado no siento dolor. Aunque te descontroles, no puedes hacerme nada, así que estaré ahí para protegerte...
Amanda sintió como la temperatura de su rostro aumentaba levemente. Era la primera que alguien, a parte de Iron Man, le decía algo así. Sintió que las lágrimas volvían a surgir, así que hundió la cara en el pecho del chico.
Se sintió culpable por mojarle la camiseta con sus lágrimas, pero aún así necesitaba llorar. Se aferró a él con toda su fuerza, y por un momento temió hacerle daño con sus brazos metálicos, pero no escuchó de él ningún tipo de queja o gemido. Sentía el corazón de Mick latir apresuradamente en su rostro, y eso, en cierto modo, la confortó.
—¡Ten cuidado, Morgan, igual te explota en la cara!
Amanda se separó rápidamente, avergonzada, al escuchar la voz. Sin embargo, cuando procesó el contenido de la frase, la vergüenza se tornó pena.
El dueño de la voz era el cretino de Chris Murray, acompañado de todos sus amiguitos. Notó que Mick temblaba un poco.
"¿Le dan miedo?"
Era obvio que sí. Sin embargo, el chico se puso en pie y se interpuso entre los abusones y ella.
—De... ¡Déjala en paz, Murray!
—¡Vaya, si se pone gallito! —rió Alan, que estaba a su lado— ¿Quieres pelear, Morgan?
—No te pongas chulo, Mesiah, que ya te ganó una vez —le reprendió la única chica del grupo, una joven guapísima de pelo color caoba. O eso fue al principio, porque tras dirigir su vista a Amanda, si cabello pasó a ser verde —. Bueno, bueno, pequeña bomba, ¿qué te parece si charlamos un rato?
—¿Cómo...? —la rubia no acabó de procesar el insulto de la otra chica, y ella ya había empezado su monólogo.
—Verás, Amanda... Porque te llamas Amanda, ¿no? Bueno, da igual. Me pareces una chica muy agradable, y todo eso, pero el tema es que, bueno, soy de piel sensible y preferiría no ir a clase con una supernova. Lo entiendes, ¿verdad?
—Pero yo...
—Sí, sí, sé que la Academia garantiza nuestra seguridad, y eso, y que tú también estás aquí por un motivo, pero, seamos sinceros, nadie está seguro contigo por aquí.
La veracidad de esas palabras le dolió. Era cierto, mientras estuviera en la escuela era un peligro para todo el mundo. Lo mejor era que de marchase.
Notó cómo Mick se ponía de pie. Se dio cuenta de que el cuerpo del chico temblaba. ¿Miedo? ¿Rabia? Amanda no supo descifrarlo.
"No, no es eso." Pensó al ver que el chico no solo temblaba, sino que literalmente estaba produciendo ondas. "Se está transformando..."
Se fijó en cómo el agua brotaba lentamente de la parte baja de sus pantalones. Iba a enfrentarse a ellos, y Amanda lo sabía.
Lo que no sabía era cómo detenerle, y evitar más problemas.
—¿¡Qué estáis haciendo!?
La voz, femenina, provenía de detrás de los matones.
—Aline...
—¿¡Qué le estáis haciendo a mi mejor amiga!?
La joven pecosa saltó a defender a su amiga.
—¡Aline! —le gritó Amanda preocupada— ¿Qué crees que estás haciendo? ¡No puedes con ellos!
—¡Eso está por ver!
Alan y Chris comenzaron a reírse a carcajadas.
—El pringado del agua y la chica gritona quieres pelearse con nosotros. ¿Qué opinas, Chris?
—Que igual hay que ponerles en su sitio —sonrió Murray.
—Chicos... —musitó Amanda.
Chris dejó salir sus hachas, y Alan se mordió un dedo hasta hacerlo sangrar.
Los cuatro parecían dispuestos a pelear, pero, cuando estaban a punto de lanzarse unos contra otros, una sombra negra apareció en medio de ellos.
—No hay tiempo para peleas, chicos, reuníos todos en el salón de actos.
—Señor T'Challa, ¿qué ocurre? —preguntó la chica de pelo verde.
—Os lo contaremos allí. Ah, y vosotros cuatro —dijo señalando a Mick, Chris, Aline y Alan—, vais a ir a hablar con el director Banner después.
EPÍLOGO
—¿Ves a tus amigos? —preguntó Percy a Zane.
—Pues no... Pero ya los veré después; sentémonos por aquí.
Ambos jóvenes tomaron lugar en las cómodas butacas del salón de actos. A los pocos minutos, el director, acompañado de todo el profesorado, apareció en el escenario.
—Queridos alumnos y alumnas: estoy aquí para informarles de que, a partir de hoy, se van a dar numerosos cambios en la organización de nuestro centro. Empezando con el despido de Anthony J. Stark como presidente del AMPA y miembro de la junta directiva. La entrada de Iron Man al recinto escolar está terminantemente prohibida a partir de ahora. Intentaremos compensar todo el daño estructural y moral producido por su estancia aquí... Queridos estudiantes: os doy nuevamente la bienvenida a la ahora Academia Robert Reynolds para jóvenes superhumanos.