De lo que hasta
ahora había sido el despacho del director Banner sólo quedaban unas pocas
migajas y algo parecido a un suelo. Poco más se podía decir de los pisos
inmediatamente inferior y superior. La explosión lo había dejado todo destruido
y al Doctor Banner tirado en el suelo, en medio de la plaza central del campus
que estaba mirando a través de su ventana hace escasos segundos. Justo antes de
que todo se fuera de madre.
Nuestros
protagonistas llegaron a la escena lo más rápido que pudieron, dejando sus
batidos en la mesa tras de sí. Una vez en el foco de la actividad, se les
unieron Percy y Jacqueline, las dos últimas incorporaciones del grupo. Vieron
como Bruce se estaba transformando en la gran masa de radiación verde que tanto
respetaban y temían a partes iguales mientras, al elevar la vista al cielo
observaban la causa de todo aquel revuelo.
Y lo que ocurría
era que diez figuras se encontraban flotando a la altura de la explosión. No se
podían atisbar sus identidades debido a la humareda que se había formado con
los restos del edificio que aún flotaban en el aire, pero rápidamente la
gravedad ejerció su efecto haciendo que se posara aquel elemento dramático
completamente involuntario.
Y lo que vieron les dejó sin aliento.
Todos eran villanos conocidos no, lo siguiente.
Se trataba nada
menos que de Abominación (viejo enemigo del director), Sauron (un pterodáctilo
humano némesis recurrente de los X-men), Mandarín (un viejo conocido de Iron
man), Bullseye (el hombre con mejor puntería con permiso de Ojo de Halcón),
Arnim Zola (una especie de hombre televisor que dio problemas al Capitán
América), El Mago (no precisamente amigo de los 4F), Kraven (que intentó cazar
a Spider-man en repetidas ocasiones), M.O.D.O.K. (es todo cabeza y toda ella
pretende ser el amo del planeta), Nitro (desencadenante de la Guerra Civil de
los superhéroes), y en su centro, a modo de líder se encontraba Kingpin (rey
del HAMPA de la ciudad de Nueva York). De los hombros y cabeza de Nitro salía
humo, lo cual llevaba a la conclusión de que él había sido el causante de la
explosión, teniendo en cuenta sus poderes.
–Pero… ¡Qué yo sepa
la mayoría de esos tipos no vuelan! ¿Cómo es posible que estén ahí arriba?
–dijo Mick, conocedor de la mayoría de la gente del mundo heroico y villanesco.
–Fijate otra vez en
ellos… –añadió Peter.
Mick echó la vista
al cielo de nuevo y se dio cuenta de lo que decía su compañero. Todos estaban
distintos, desde de forma ligera como Kingpin, que tenía un aura dorada a su
alrededor y su bastón era del mismo color hasta Arnim Zola, que era literalmente
una armadura dorada y descabezada, con dos cuernos como de macho cabrío en la
parte superior, pero siempre con la sempiterna pantalla con su cara en pleno
pecho. Estaba claro que eran una amenaza a tener en cuenta, especialmente al
observar a Abominación, ataviado con unas hombreras del color dorado que
parecía caracterizar a todo aquel variado grupo, un cubrebrazos del mismo
estilo que el de Amanda en el brazo derecho y un espadón del mismo color casi
tan alto como él.
Un montón de los
robots que se encontraban por los pasillos del campus ahora se habían colocado
delante de los intrusos rodeándolos contra el edificio.
–Modo ofensivo: ACTIVADO.
Y acto seguido, los
droides empezaron a disparar con repulsores a los visitantes. Sin embargo, los
rayos eran desviados en cuanto entraban en contacto con ellos.
–Posibilidad de herir al alumnado. ALTO EL
FUEGO.
Y el barullo
terminó. Sin embargo, los robots se mantenían en sus posiciones. Aunque esto
duró bastante poco. Abominación los cortó a todos por la mitad de un mandoble y
cayeron estrepitosamente al suelo. Debajo de donde pasaba toda la acción ya se
encontraba el director Banner en su forma Hulk, Pantera Negra (el recientemente
dueño de la escuela), Gambito, Amadeus Cho, Steve Rogers (parando su clase de
historia de América), la Viuda Negra (profesora de Latín), el Castigador (contratado para enseñar Educación
física) y Curt Connors, el Lagarto y profesor de biología.
Nitro se acercó a
Kingpin con algo en la mano.
–Aquí tiene, jefe.
Lo encontré en el despacho antes de volarlo por los aires, pensé que lo
necesitaría.
Y le entregó un
megáfono. Kingpin sonrió a la par que se lo acercaba con sus enormes manos a la
cara.
–Antes de nada, he
de decirle a los profesores de esta especie de… centro de reclutamiento que se
relajen antes de que alguien salga herido antes de tiempo –comenzó el enorme
mafioso, embutido en su característica americana blanca. Como podéis observar,
hemos sido objeto de ciertas… mejoras, por así decirlo. Y cuando estamos todos
juntos somos invencibles, así que ni lo intenten, antes de que alguna de estas
jóvenes promesas acabe bajo los escombros de alguno de estos preciosos
edificios. Sé que hasta la caída de la Tierra de las Sombras en la Cocina del
Infierno a manos de ese insufrible arácnido no había pruebas concluyentes de mi
relación con el mundo del crimen, aunque era un secreto a voces. Fingí mi
muerte y hui a Europa. Pero he regresado. Y traigo buenas nuevas.
El Rey del HAMPA
descendió al nivel del suelo, lo cual no era propio de él, teniendo en cuenta
su complejo continuo de superioridad. Superioridad justificada, ya que pocos
habían conseguido lo que él en la historia. Estaba claro que quería darle a lo
que tenía que decir la importancia que merecía.
–Como iba diciendo,
mis socios y yo tenemos habilidades nuevas. Y estamos aquí para explicaros el
porqué de nuestra presencia aquí. Una entidad se puso en contacto con cada uno
de nosotros y nos reunió. Se presentó como Verethragna, que según mis
investigaciones posteriores es el Dios persa de la Guerra, también llamado el
Victorioso. En un comienzo me rehusé a creer que de verdad estábamos tratando
con una divinidad, pero el trato que nos propuso después me sacó de dudas. Al
parecer, este ente lleva observando esta escuela desde que se fundó y se puso
en funcionamiento. Y parece que, según él, se entretiene al ver como vosotros,
guerreros potenciales, exploráis vuestras habilidades. El trato que nos propuso
es que nos daría uno de sus diez poderes a cada uno de nosotros, haciéndonos
mejores en el campo de batalla, y tendríamos que venir aquí a retaros a pelear
bajo sus normas. Y estas son las reglas que regirán la pelea. De entre todos
los alumnos, tendréis que escoger a diez. Los mejores, los más preparados,
fuertes y habilidosos. Y tendrán que enfrentarse a nosotros de uno en uno,
dándoos una posibilidad de vencernos al estar separados. Si conseguimos vencer
al menos a seis de vosotros, Verethragna nos regalará estos dones para siempre,
convirtiéndonos en semidioses. Vendrá uno de nosotros cada semana a partir de
hoy para probar al contrincante que vosotros escojáis. Si un profesor se mete
en la batalla, destrozamos la escuela. Si se viola cualquiera de las normas que
os acabo de decir, destrozamos la escuela. Si os negáis a participar… Bueno,
captáis la idea. Nos vemos la semana que viene.
Y tal como
vinieron, se fueron.
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