2 sept 2016

New Generations #010. De nombres va la cosa (parte 1)

—Shock. Me llamo Shock.
Zack permaneció en silencio durante unos minutos, a la espera de que el desconocido le diese alguna explicación sobre por qué estaba ahí o cómo había llegado. Al ver que eso no ocurría, optó por preguntarle él directamente.
—¿Cómo has llegado aquí?
—Eso no es de tu incumbencia…
El tal Shock se dio media vuelta, y se impulsó para volar, pero, al elevarse del suelo, tosió sangre y volvió a caer. Zack, preocupado, puso el brazo del misterioso hombre alrededor de sus hombros, y se dirigió al edificio del instituto.
—¿A dónde me llevas?
—A la enfermería. ¿Cuál es tu nombre? Debería decírselo al doctor.
—Shock.
—Me refiero a tu nombre real.
—Shock.




—Entonces… ¿Cómo le va a nuestro desconocido amigo? —preguntó Zane.
—Sigue en la enfermería. Al parecer llegó a la escuela por error mientras huía de algún sitio. Pero se niega a dar más información…
—No me parece de confianza —comentó Aline—. Es algo sospechoso…
—Cierto —concordó Percy—. Creo que deberíamos investigarle un poco.
—Me da igual, la verdad —dijo Peter—. Cuando se recupere se largará, y punto.
—O no —aportó Lauren—. Ni siquiera sabemos si en realidad es un héroe. ¿Y si es un villano?
—¿Qué clase de villano iba a meterse en un edificio lleno de superhéroes para recuperarse de sus heridas? —cuestionó Zack.
—Nitro, para luego hacer “¡BOOOM!” —bromeó Zane. Dejó de reírse al ver que no le hacía gracia a nadie—. Ok, chiste negro. Lo siento, ya me callo.
—Volviendo al tema principal —continuó Zack como si nada hubiese pasado—. ¿Qué hacemos con el recién llegado?
—¿No deberían tomar esa decisión los profesores en lugar de nosotros? —dijo Amanda.
—Eso… —añadió Mick.
—¿Por qué no vamos a preguntarles directamente? —propuso Lauren—. Podríamos ir a er al director Banner, o al profesor Rogers…
—No es mala idea, pero tampoco es plan de ir todos —dijo Zack—. ¿Por qué no vamos Ryan, Lauren y yo?
—¿Por qué tengo que ir yo? —preguntó el callado pelinegro.
—Porque te vendrá bien un poco de interacción social. Y porque lo digo yo. Venga, vamos.



Zack pensó que se le iba a desencajar la mandíbula.
—¿Ya se ha ido?
—Sí —respondió Banner—. Cuando despertó, se marchó sin decir nada. No sabemos quién es ni de dónde viene. Ni siquiera si volverá o no.
—No le veo muy preocupado, director —comentó Lauren.
—La verdad es que no. Si es amigo, será siempre bienvenido, y si es enemigo… —los ojos del científico se iluminaron con un tono verde brillante —. No sabe lo que le espera.
Lauren y Zack tragaron saliva pesadamente. Ryan permaneció estoico.
—Director Banner —dijo este último para la sorpresa de todos los presentes—. Hay algo que me gustaría discutir con usted personalmente.
—Por supuesto. Chicos, salid del despacho, por favor.
Extrañados por la repentina aportación de Ryan, ambos adolescentes obedecieron al director.



Las chispas saltaban al ritmo del choque de las espadas. Supervisor y Peter se enzarzaban en un combate de entrenamiento aún más frenético  de lo usual.
—Te veo tenso, Gonzales. ¿Qué te ocurre? —dijo el profesor, con burla y preocupación a partes iguales.
—Tengo un mal presentimiento. Creo que va a ocurrir algo grande pronto. Va a haber que luchar. Luchar de verdad.
Ambos contendientes detuvieron su batalla.
—¿Has tenido antes esa sensación?
—Sí… —musitó el chico—. Y no tengo buenos recuerdos de ninguna de ellas.
—Entiendo. Hablaré con Banner sobre ello, no te preocupes.
—¿Tan fácilmente me crees? —se mofó un poco el chico.
—He analizado y copiado todos tus movimientos, mocoso. Prácticamente he entrado en tu mente. Sé cuando me mientes. Siempre sé cuando me mienten.
Tras decir eso, Supervisor dio por terminada la clase y salió del gimnasio. Antes de atravesar el umbral de la puerta, se giró a mirar a Peter.
—Si vas a salir al exterior, necesitarás un seguro. Algo que os proteja a ti, a tus amigos y a tu familia.
—No tengo nada que necesite ser protegido —respondió el chico, sombrío.
—Pero lo tendrás algún día. Eso no lo dudes. Una identidad secreta. Está muy visto, pero todos los que trabajamos a un nivel, digamos, superior al humano, la tenemos. Puede parecer poca cosa, pero es muy útil.
Tras decir eso, el hombre de la capa blanca se retiró.



—Entonces, ¿necesitas ayuda para controlar tus poderes?
—Sí. He recibido señales, no preguntes cómo. Sé que se acerca algo grande. Una gran batalla. No quiero luchar y hacer daño a mis aliados. Y tú sabes cómo obtener el control.
—Ahí te equivocas. Tengo el control ahora, sí, pero no lo obtuve yo.
—¿Y cómo lo conseguiste?
—Gracias a Tony Stark y al virus Extremis.
Ryan se sintió decepcionado por un momento, pero Banner volvió a hablar.
—No obstante, la naturaleza de tus poderes es muy diferente a la mía. Yo los obtuve de la ciencia, y tú de la magia. No obstante, tenemos a alguien que puede ayudarte, no te preocupes.
—¿Quién?
—Stephen Strange, el Doctor Extraño.



—Entonces… ¿Nombres de superhéroe?
—Eso dijo Supervisor, sí.
—¿Tan seguro estás de que falta poco para que tengamos que luchar? —preguntó Amanda con preocupación.
Peter se encogió de hombros.
—Tú decides si creerme o no. Pero luego no te arrepientas.
—También necesitaremos trajes, ¿no? —exclamó Charlie emocionado.
—Hombre, si el objetivo es ocultar nuestra identidad… —reflexionó Zack.
—Oh, vamos, chicos, ¿ya os estáis imaginando siendo superhéroes? ¡Parecéis críos!
—Hola, Gorgona. Cuánto tiempo sin verte… —saludó Zane con apatía a la recién llegada, Claire Sylar, que venía acompañada de toda su panda de matones. Y con el muñeco de nieve con esteroides también.
—¿Cómo me has llamado? —replicó la chica, molesta, al tiempo que su pelo se teñía por sí mismo de un color rojo carmesí.
—Gor-go-na. Ya sabes
, como las mujeres de la  mitología griega. Las que tienen serpientes en lugar de pelo. Aunque, bien pensado, tú eres más bien como una serpiente con un pelo totalmente genial.
El cabello de la chica comenzó a moverse como si estuviera vivo. Estaba roja, Zane no sabía si por ira o por vergüenza.
—¿Le has insultado o halagado? —le susurró Zack entre risas.
—Ambas —le contestó Zane.
La chica parecía a punto de gritar, pero, entonces, fue interrumpida por la megafonía.

—Estimados alumnos, presentaos por favor en el salón de actos dentro de una hora. Hay un asunto que la junta directiva desea discutir con vosotros. Gracias por vuestra atención.

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