—Y con ello, la Guerra Civil de los
Superhéroes concluyó con la victoria de Iron Man y el Gobierno. El Acta de
Registro de Superhumanos fue aprobada, y Tony Stark se volvió líder de
S.H.I.E.L.D. Se formaron 50 equipos diferentes de Vengadores, uno por estado, y
toda actividad superheróica pasó a estar bajo supervisión gubernamental. Esto
derivó en mi presunta muerte y en la
que, probablemente, fue la época más oscura para todos los
superhéroes... —el sonido de un teléfono interrumpió la explicación del
profesor Rogers. Lo sacó de su bolsillo y lo tomó—. Dime, Visión. ¿Wanda y
Pietro? ¿Qué ocurre con ellos? Ya veo… En seguida estoy allí —esperó unos
segundos, para después colgar el teléfono—. Chicos, se acabó la clase por hoy.
Podéis iros. Mañana, hablaremos sobre la Invasión Secreta.
El Comandante Rogers salió a toda prisa de la
clase, al tiempo que los estudiantes comenzaban a guardar sus libros en sus
mochilas y ponerse sus chaquetas.
Aline se acercó a Amanda efusivamente. La
clase sobra la Guerra Civil le había resultado fascinante.
—¡Guau! Es increíble, Ami. La Guerra Civil
empezó cuando yo tenía diez años, así que tenía muchísimo miedo. Pero ahora que
la escucho de la boca del profesor Rogers, ¡tuvo que ser genial!
Dijo eso último con un tono de voz tan alto,
que todos los que aún no habían salido de clase, se le quedaron mirando como si
tuviese bamfs en la cara. Ella se
sonrojó visiblemente.
—¿Estás segura de eso? La mayoría de las
personas, héroes o no, no tienen un buen recuerdo de esa guerra.
Ambas chicas se giraron. La persona que había
hablado era, ni más ni menos, que Zane, que se estaba acercando a ellas desde
su sitio en la clase.
—Ya lo sé —contestó la pecosa—. Pero aún así,
tuvo que ser increíble. Los héroes más poderosos de la Tierra enfrentándose en
una batalla campal por toda Nueva York. Verlo habría sido flipante.
El chico soltó una leve sonrisa.
—Pues reza a tu dios, si tienes uno, para que
no vuelva a suceder. Porque si pasa, más que verla, tendremos que participar.
¿Os imagináis que el Comandante Rogers y Tony Stark vuelvan a enfrentarse?
Sería una catástrofe.
—Bueno —comenzó a decir Aline—, al menos esta
vez, no sería el profesor quien perdiese. Todos los estudiantes nos pondríamos
de su parte.
—No estés tan segura —rebatió Zane—, ¿verdad,
Amanda?
La chica asintió con la cabeza.
—No puedo abandonar al señor Stark… —dijo
finalmente.
—Eso pensaba
—añadió el castaño—. Bueno, ¿os apetece
preguntarle a los demás?
—Capitán América, por supuesto —respondió Charlie
tras sentarse (sin pedir permiso) con sus amigos un año mayores.
—Lárgate, Pierce —dijo Peter—. Nadie te ha
dicho que puedas venir aquí.
—Oh, vamos, relájate, Pete. En el fondo me
amas, lo sé —dijo guiñando el ojo. Una gota de sudor frío recorrió la frente de
todos los presentes.
—Cállate. Me uniría al bando de Iron Man solo
para poder pegarte una paliza.
—No creo que tú fueras a participar en una
guerra por un propósito tan infantil —le contradijo Zack—, ¿junto a quién
lucharías en realidad?
—Ninguno. Conflictos como ese ni me van ni me
vienen. Que haya un registro de superhéroes o no, me es indiferente.
—Interesante… ¿Y tú, Aline?
—Bueno… Yo lucharía junto al Capitán América,
pero no quiero estar en contra de Ami, ni que salga herida, ¡así que lucharía
en el bando de Iron Man para asegurarme de que no le ocurra nada!
—Qué bonita es la amistad… —se rió Zane.
—¿Tienes algo en contra, Cross?
—No, nada —dijo el chico levantando las manos,
como si le estuviesen apuntando con una pistola—. Es solo que creo que cosas
como las lealtades personales acabarían quedando hechas a un lado en
situaciones así. Vamos, que os acabaríais cambiando de bando.
La chica que hablaba por los codos se quedó
callada ante tal afirmación.
—¿Tú en qué bando lucharías, Zane? —quiso saber
Zack.
—En el del Capitán. Los secretos existen para
ser guardados. Perder tu identidad secreta puede arruinarte la vida.
—Yo no estoy tan seguro de eso —respondió
Zack—. Los Cuatro Fantásticos nunca tuvieron ningún problema con sus
identidades, y el mismo Capitán América ha sido siempre un símbolo público.
—Los familiares del profesor Rogers están, en
su mayoría, muertos. Y no creo que la persona más inteligente del planeta y la
más poderosa corran peligro por ser sus padres superhéroes conocidos.
—Ahí tienes un punto —admitió el chico—. Aún
así, creo que un control debe ser puesto, por la seguridad de la gente. ¿Tú qué
opinas, Ryan?
—No me importa —dijo secamente.
—Muy específico, sí —dijo Zane—. ¿Y tú, Mick?
—El profesor Rogers me parece una persona más
justa, no sé…
—Yo también habría luchado junto al Capitán
—reflexionó Lauren—. La identidad de uno es algo muy importante de proteger….
—Entonces tenemos a tres en el equipo de Iron
Man, cuatro en el de Rogers, y dos a los que les da igual. Lo veo bastante
equilibrado.
—Aún así, el equipo del Capitán tiene toda la
ventaja en números. Me pregunto cómo habría terminado la Guerra Civil si
hubiésemos participado…
—¿Y por qué no lo comprobáis? —dijo una voz
detrás de ellos.
Todos se sorprendieron. Comenzaron a mirar a
su alrededor, en busca de quién les estaba hablando, pero descubrieron algo muy
distinto.
Todo el mundo estaba prestando atención a su
conversación.
—Chicos, parece que nos hemos convertido en el
centro de atención… —mencionó Mick.
—Ya, bueno… Creo que he encontrado al dueño de
la voz de antes —declaró Zack.
—¿Dónde está?
—Mirad arriba.
Así lo hicieron y, en efecto, así estaba:
recién llegado de San Francisco; revestido, de nuevo, con su blanca y brillante
armadura simbiótica. Tony Stark, Iron Man. Sobrevolando su mesa del comedor.
—Me alegro de que hayáis reparado en mi
presencia, chicos. En serio, he perdido quince valiosos segundos esperando a
que me notaseis. Deberíais prestar más atención…. Bueno, ¿hablabais por algún
casual de la Guerra Civil?
Era obvio que, de algún modo, había escuchado
la conversación desde un principio. A Charlie le pareció que tramaba algo, pero
era incapaz de adivinar qué.
—Sí, señor Stark —fue Amanda la que respondió,
tras un incómodo silencio general—. Nos estábamos planteando si las cosas
hubieran sido de otra manera si nosotros hubiésemos participado. Qué cosas
habrían cambiado, qué cosas habrían seguido igual… Algo así.
Las atractivas facciones del multimillonario
se torcieron en una sonrisa irónica.
—¿Qué tal si lo comprobamos? Decidme, chicos,
¿queréis tener vuestra propia Guerra Civil?
—¿Qué quiere decir, señor Stark? —preguntó
Zane con escepticismo.
Su sonrisa desapareció por medio segundo.
—Quiero decir que mañana, cuando terminen las
clases, vais a estar todos presentes en la sala de entrenamiento para tener una
batalla por equipos. Lucharéis para saber qué equipo habría vencido, quiénes
sois más fuertes. Le he pedido a F.R.I.D.A.Y. que hiciese esta tabla en base a
vuestras preferencias.
Un diagrama digital apareció flotando en el
aire en medio de la sala. Donde ponía “Equipo Iron Man”, estaban los nombres de
Zack, Amanda y Aline. En la otra, “Equipo Capitán América”, aparecían los de
Zane, Mick, Lauren y Charlie.
—Cuatro contra tres… Ni tan mal —murmuró Zack.
—¿Vas a aceptar esto? —le preguntó Zane, como
reprendiéndole.
—¿Por qué no? La sala de entrenamiento tiene
un sistema de control que evita que salgamos heridos. Es como un simulador
virtual de combate. Podemos probar nuestras habilidades sin sufrir daño alguno.
—Bueno, pues que os lo paséis bien —bufó
Peter—. Yo estaré en mi cuarto.
—Me temo que no, señor Gonzales —intervino
Iron Man—. Me temo que el señor Demaon y tú vais a tener que escoger un bando
también. Así que decidid: ¿Rogers o yo?
Charlie pensó que Peter montaría en cólera.
Por el contrario, sonrió. Era una sonrisa forzada, como hecha a propósito para
disimular el enfado, pero una sonrisa, a fin de cuentas.
—Entonces escojo el de Rogers. Es mejor luchar
junto a Pierce que junto a ti.
El rubio no supo cómo tomarse la explicación.
Tan solo observó cómo el nombre de Dante aparecía en la lista azul.
—¿Y usted, señor Demaon? ¿Qué va a hacer?
—Ryan viene conmigo, ¿a qué sí? —afirmó Zack con seguridad.
El pelinegro guardó silencio durante unos
larguísimos segundos. Finalmente, tomó una decisión.
—Equipo del Capitán. Si son más, no tendré que
participar en la batalla.
Su nombre apareció también en las listas.
—Vaya, vaya —silbó Tony—. Siete contra tres…
No me parece muy justo. Me temo que tendré que escoger a otros cuatro
estudiantes de entre el público para luchar por mí. Dejadme ver…
La máscara de su armadura cubrió su cara, y a
los pocos segundos, cuatro nombres aparecieron en la lista roja.
—“Ngozi Karlsson” ¿Alguien sabe quién es?
—preguntó Zack.
—“David Stone”… Ese es mi compañero de cuarto.
Es un tipo algo seco —comentó Zane.
—¿“Christopher Murray”? Lo que me faltaba… —se
quejó Peter.
—“Allan Mesiah”… —leyó Ryan.
—Los equipos ya están formados —decidió Iron
Man—. Todo dicho. Tenéis hasta mañana para entrenaros y participar una
estrategia.
—¡Vamos a buscar a nuestros compañeros! —saltó
Aline, justo antes de marcharse, seguida de cerca a duras penas por los otros
dos.
—Nosotros también deberíamos prepararnos…
—murmuró Lauren.
—¿Estáis seguros? Su equipo me parece más bien
poco preparado. Y los poderes de Zack y Aline no son gran cosa… No creo que
tengamos problemas —dijo Charlie encogiéndose de hombros. Quería aparentar
optimismo, aunque en realidad tenía la sensación de que algo no iba bien.
—No —dijo Ryan con contundencia—. Sí Zack
lidera al grupo…
Todos pensaron que iba a continuar la frase,
pero no dijo nada más.
—Estoy de acuerdo —dijo Zane, que, al parecer,
había entendido lo que el chico sombrío quería decir —. Los poderes de Zack le
permiten saber con exactitud los poderes y personalidades de otras personas, si
se concentra. No creo que le cueste mucho organizarlos…
—Entonces, ¿qué hacemos? —preguntó Lauren.
—Conozco al tipo adecuado —dijo Peter.
Todos escucharon con atención lo que tenía que
decir.
—¡Stark! ¿¡En qué estabas pensando!? —bramó
Banner desde su despacho.
—En fomentar la competitividad entre el
alumnado y, de paso, darles experiencia en combate real —respondió el
filántropo con autosuficiencia.
—¿Obligándoles a pelear entre ellos en su
tercer día de clase, aún cuando la mayoría ni siquiera sabe cómo controlar sus
poderes? ¡Las consecuencias pueden ser catastróficas! ¿Es que te has vuelto
loco, Tony?
—Está todo bajo control, Bruce. Te lo prometo.
—Más te vale. Ahora sal de aquí antes de que
el tipo verde se ponga de mal humor.
—Claro. Hasta luego, compañero.
En cuanto Tony se retiró del despacho, Buce
tomó el teléfono.
—Amadeus, convoca a todo el profesorado,
tenemos una reunión urgente.
Peter se estaba cansando de esperar. Su nuevo
tutor le había dicho que tenía que ir al gimnasio a las 16:30 para comenzar su
entrenamiento personal. Quería aprovechar la ocasión para preparar el combate
del día siguiente, así que le había dicho a sus improvisados compañeros de
equipo que fuesen con él.
El problema era que ya eran las 17:45, y el
tío aún no había aparecido.
—¿Estás seguro de que va a venir, Pete? —se
quejaba el pesado de Charlie Pierce—. Tal parece que nos ha dejado tirados.
—Ese tipo no parece del tipo de persona que
faltaría a un compromiso. Vendrá. Estoy seguro.
—Pero, ¿quién es? ¿Un profesor? —preguntó
Lauren, curiosa.
—No sé si da clase —respondió el pelinegro—.
El director Banner me lo presentó como mi entrenador personal, pero no me dio
más detalles.
—Ni los necesitas —respondió una voz rasgada.
—Ahí está.
El dueño de la voz, un hombre alto y
musculoso, se acercó a los siete jóvenes a paso calmado. Su larga capa, de
color blanco impoluto, caía por su espalda, cubriendo sus hombros. Su ropa, de
un color azul oscuro, estaba decorada con motivos lineales blancos y marrones.
Su cabeza estaba tapada con la capucha de la capa, también blanca y, en lugar
de rostro, tenía una calavera.
—El Supervisor... —murmuró Lauren, asustada.
—¿Quién? —preguntó Charlie.
—Tony Masters —fue Zane quien respondió —.
Alias, Taskmaster, el
Supervisor. Un mercenario de gran renombre, a veces aliado y a veces enemigo de
S.H.I.E.L.D. y los superhéroes. Ha luchado contra Deadpool, el Capitán América, e incluso contra la Patrulla X. Ha
plantado cara a héroes y villanos formidables. Y ha salido victorioso en
numerosas ocasiones.
—Y luchó en el bando de Iron Man durante la
Guerra Civil —añadió Lauren con un deje de desconfianza.
—En mi defensa, he de decir que me obligaron.
Era un miembro de los Thunderbolts... Todos luchamos esa guerra de forma
casi forzada.
—Vale, pero, ¿por qué nos ibas a ayudar a
nosotros ahora? —le siguió interrogando Zane.
El mercenario se limitó a encojerse de
hombros.
—Porque me pagan para que lo haga —se limitó a
decir—. Banner me ha contratado como entrenador personal de este chico. Mi
deber es que se fortalezca y aprenda a manejar esa furia suya por el bien de
todos. Y eso implica fomentar también el trabajo en equipo. Haré que todos
aprendais a pelear, organizaros, y controlar vuestras habilidades. O al menos,
lo justo para que podáis ganar mañana.
—Bueno, entonces, ¿cuándo le pego una paliza a
Gonzales?
—Cuando me escuches y me dejes organizar una
estrategia —respondió Zack de mala gana. Llevaba dos horas tratando de
organizar a sus compañeros improvisados, pero era francamente imposible.
—A ver, Zack, ¿por qué no nos limitamos a
pelear uno a uno? Podremos con ellos —propuso la pecosa.
—Por supuesto que sí. Especialmente tú y yo,
Aline. Tenemos muchas posibilidades contra Peter o Mick.
—Yo creo que si nos organizamos bien, el uno
contra uno es una buena opción —insistió Aline.
—Cuentas con que ellos acepten nuestro modelo
de combate. ¿Qué te parece si, por ejemplo, enfrentamos a Peter contra Ngozi,
pero lo ignora y decide atacarnos a nosotros? Estamos perdidos.
Ambos debatientes contemplaron a la gran
figura de nieve que era Ngozi Karlsson. Inmóvil e impasible, la extraña
criatura se limitaba a observar la escena. O, al menos, eso le parecía a Zack
que estaba haciendo.
—Ya… Puede que tengas razón.
—No necesariamente, chicos —dijo una voz desde
lo alto. Voz que Zack no tardó en reconocer.
—Señor Stark… —fue Amanda quien lo dijo.
—Buenas tardes de nuevo, chicos. ¿Cómo van
esos preparativos? —les habló Iron Man al tiempo que su armadura se desprendía
de su cuerpo cuan metal líquido.
—Sinceramente, mal. Allan y Chris solo piensan
en enfrentarse a Peter. David va totalmente a su aire, sin preocuparse si
quiera por la batalla, Y Ngozi… No sé si siquiera si piensa.
El multimillonario sonrió.
—Chico, chico… Aún tienes mucho que aprender.
Mira, fíjate.
La armadura cubrió su cuerpo de nuevo y, tras
ascender a los cielos, habló a través del sistema de megafonía de la Mark 51:
—Chicos, y chicas. Soy Iron Man, vuestro
mecenas. El hombre cuyo nombre lleváis en vuestro equipo. Y, como tal, tengo
todo el derecho a beneficiaros a vosotros, y no al equipo del Capitán. Vuestra
victoria es mi victoria. Y, como gran ganador que soy, sé recompensar la
victoria. Si me demostráis que podéis componer un buen plan de lucha,
organizaros, y vencer, tendréis automáticamente un diez en cada asignatura, y
no tendréis que asistir a clases ni hacer exámenes en todo el año. ¿Qué os
parece el plan? —todo el mundo comenzó a prestarle atención. Parece ser que la
idea de “un año entero sin exámenes” llamaba la atención de todos. Hasta Ngozi
movió ligeramente la cabeza —. ¿Ve, señor Avalon? Así es como se organiza a un
equipo. Y ahora, prestad atención a la estrategia.
Las espadas se cruzaron. Peter blandía un
mandoble más grande que él, pero Taskmaster era más rápido, más experimentado y
más fuerte. De un certero golpe, acabó con la quinta espada de Peter en lo que
llevaban de combate.
—Muy flojo. Tus movimientos son erráticos,
apenas vas coordinado. Un duelo entre espadachines es como un baile, tienes que
leer los movimientos del rival, adaptarte a ellos, y luego… —Peter extrajo una
nueva arma de su cuerpo: un estoque con el que atacó en ristre a su maestro.
Supervisor lo esquivó con elegancia, giró utilizando el cuerpo de Peter como
punto de apoyo, y colocó su espada en el cuello del chico— mejorarlos.
—Mierda… —se quejó el chico, pero en su rostro
se reflejaba una sonrisa. Una sonrisa de victoria.
De repente, como salidos de la nada, los otros
cinco miembros del equipo aparecieron en el aire y atacaron a su instructor,
cada uno con una espada. Supervisor desequilibró a Peter con una patada e,
ignorando los ataques de Ryan, Lauren, Charlie y Mick, Taskmaster se enfocó en
Zane. De un salto, le golpeó con la empuñadura de su espada en el centro de la
columna vertebral, haciéndole caer al suelo. Los demás asaltantes
desaparecieron. Su espada también.
—Incluir a Demaon y Morgan en tu ilusión te
delató, Cross. Recuérdalo para la próxima vez.
El chico le mostró una sonrisa torcida.
—No habrá próxima vez.
De repente, el Supervisor comenzó a sentir un
frío glacial. Bajó su vista, y vio como todo su cuerpo estaba congelado.
—Lo siento… —habló con la voz de Michael
Morgan el hielo que le cubría.
—Buen intento —reconoció el mercenario—. Pero
no suficiente.
Poco a poco, el cuerpo helado de Mick comenzó
a descomponerse en agua, hasta volverse un charco en el suelo. El hombre de
blanco apagó los lanzallamas en sus muñecas.
—¿Algo más? —preguntó, expectante.
A modo de respuesta, unas lanzas de acero le
rodearon, situándose las picas a la altura de su cuello. “Más ilusiones”, pensó
Masters. Sin embargo, cuando iba a moverse para atravesarlas, se fijó en algo:
las lanzas surgían de hojas de papel repartidas por el suelo. Se movió lo
suficiente para poder mirar a su espalda sin auto empalarse. Lauren estaba
haciendo aviones de papel y lanzándolos por toda la sala.
—Un campo minado, ¿eh? Buena estrategia,
Olsen. Sin embargo, ni siquiera eso es suficiente para vencerme.
Sacó un pie de su bota y un cuchillo balístico
de su cinturón. Lo dejó caer, lo agarró con el pie y, de un solo tajo circular,
rebanó los palos de las lanzas, que cayeron al suelo. Lanzó el cuchillo, lo
cogió al vuelo, lo dejó en su cinturón, y se calzó de nuevo.
Se dirigió a atacar a la chica para derribarla
como al resto, pero alguien se interpuso en su camino: Ryan.
Taskmaster continuó con su arremetida,
esquivando los papeles bomba de la chica. Pensó que podía pasar a través del
joven sin ningún problema, pero, en cuanto pasó a su lado, sintió algo que no
había sentido durante muchos años.
Miedo.
De pronto, un pánico terrible se apoderó de
él. Era como si se estuviese enfrentando a Mefisto o Dormammu, en lugar de a un
estudiante de instituto. Un aura oscura y negativa le rodeaba, imperceptible
para el ojo humano, pero claramente notable para los sentidos mejorados del
Supervisor. Empezó a sudar frío.
No se dio cuenta de cuánto tiempo había pasado
congelado frente a Ryan pero, cuando despertó de su ensoñación, había una mano,
una cimitarra, una esquirla y un papel con un misil pintado justo al lado de su
cara: le habían rodeado totalmente.
El instructor suspiró.
—Está bien, chicos, vosotros ganáis. Con ese
nivel de coordinación, no tendréis ningún problema con ganar mañana.
EPÍLOGO
Los dos equipos estaban preparados en la sala
de entrenamiento. Banner, en el centro, observaba a todos los chicos. Vestían
los uniformes de batalla de la escuela, el modelo azul los del equipo del
Capitán, y el modelo rojo los del equipo de Iron Man. Esperaban a que se diese
la indicación de salida. Tony Stark, sentado entre los profesores, contemplaba
complacido la escena. Cada estudiante del instituto había acudido a observar el
acontecimiento. Lo que estaba a punto de suceder sería un gran espectáculo.
Banner, con intranquilidad, levantó la mano.
Con ella aún alzada, salió de la zona de combate, la cual se cubrió
inmediatamente con una especie de vitrina holográfica. En cuanto estuvo a la
altura de las gradas, la bajó, era la señal de inicio.
—F.R.I.D.A.Y. —llamó el millonario a su IA lo
suficientemente bajo para que los profesores no le escuchasen—, desactiva el
control de daño.
La jaula digital que rodeaba el campo de
batalla parpadeó de manera casi imperceptible, al tiempo que los estudiantes se
abalanzaban los unos contra los otros para enfrentarse.