22 may 2016

New Generations #006. La Guerra Civil. (parte 1)

—Y con ello, la Guerra Civil de los Superhéroes concluyó con la victoria de Iron Man y el Gobierno. El Acta de Registro de Superhumanos fue aprobada, y Tony Stark se volvió líder de S.H.I.E.L.D. Se formaron 50 equipos diferentes de Vengadores, uno por estado, y toda actividad superheróica pasó a estar bajo supervisión gubernamental. Esto derivó en mi presunta muerte y en la  que, probablemente, fue la época más oscura para todos los superhéroes... —el sonido de un teléfono interrumpió la explicación del profesor Rogers. Lo sacó de su bolsillo y lo tomó—. Dime, Visión. ¿Wanda y Pietro? ¿Qué ocurre con ellos? Ya veo… En seguida estoy allí —esperó unos segundos, para después colgar el teléfono—. Chicos, se acabó la clase por hoy. Podéis iros. Mañana, hablaremos sobre la Invasión Secreta.
El Comandante Rogers salió a toda prisa de la clase, al tiempo que los estudiantes comenzaban a guardar sus libros en sus mochilas y ponerse sus chaquetas.
Aline se acercó a Amanda efusivamente. La clase sobra la Guerra Civil le había resultado fascinante.
—¡Guau! Es increíble, Ami. La Guerra Civil empezó cuando yo tenía diez años, así que tenía muchísimo miedo. Pero ahora que la escucho de la boca del profesor Rogers, ¡tuvo que ser genial!
Dijo eso último con un tono de voz tan alto, que todos los que aún no habían salido de clase, se le quedaron mirando como si tuviese bamfs en la cara. Ella se sonrojó visiblemente.
—¿Estás segura de eso? La mayoría de las personas, héroes o no, no tienen un buen recuerdo de esa guerra.
Ambas chicas se giraron. La persona que había hablado era, ni más ni menos, que Zane, que se estaba acercando a ellas desde su sitio en la clase.
—Ya lo sé —contestó la pecosa—. Pero aún así, tuvo que ser increíble. Los héroes más poderosos de la Tierra enfrentándose en una batalla campal por toda Nueva York. Verlo habría sido flipante.
El chico soltó una leve sonrisa.
—Pues reza a tu dios, si tienes uno, para que no vuelva a suceder. Porque si pasa, más que verla, tendremos que participar. ¿Os imagináis que el Comandante Rogers y Tony Stark vuelvan a enfrentarse? Sería una catástrofe.
—Bueno —comenzó a decir Aline—, al menos esta vez, no sería el profesor quien perdiese. Todos los estudiantes nos pondríamos de su parte.
—No estés tan segura —rebatió Zane—, ¿verdad, Amanda?
La chica asintió con la cabeza.
—No puedo abandonar al señor Stark… —dijo finalmente.
—Eso pensaba —añadió  el castaño—. Bueno, ¿os apetece preguntarle a los demás?



—Capitán América, por supuesto —respondió Charlie tras sentarse (sin pedir permiso) con sus amigos un año mayores.
—Lárgate, Pierce —dijo Peter—. Nadie te ha dicho que puedas venir aquí.
—Oh, vamos, relájate, Pete. En el fondo me amas, lo sé —dijo guiñando el ojo. Una gota de sudor frío recorrió la frente de todos los presentes.
—Cállate. Me uniría al bando de Iron Man solo para poder pegarte una paliza.
—No creo que tú fueras a participar en una guerra por un propósito tan infantil —le contradijo Zack—, ¿junto a quién lucharías en realidad?
—Ninguno. Conflictos como ese ni me van ni me vienen. Que haya un registro de superhéroes o no, me es indiferente.
—Interesante… ¿Y tú, Aline?
—Bueno… Yo lucharía junto al Capitán América, pero no quiero estar en contra de Ami, ni que salga herida, ¡así que lucharía en el bando de Iron Man para asegurarme de que no le ocurra nada!
—Qué bonita es la amistad… —se rió Zane.
—¿Tienes algo en contra, Cross?
—No, nada —dijo el chico levantando las manos, como si le estuviesen apuntando con una pistola—. Es solo que creo que cosas como las lealtades personales acabarían quedando hechas a un lado en situaciones así. Vamos, que os acabaríais cambiando de bando.
La chica que hablaba por los codos se quedó callada ante tal afirmación.
—¿Tú en qué bando lucharías, Zane? —quiso saber Zack.
—En el del Capitán. Los secretos existen para ser guardados. Perder tu identidad secreta puede arruinarte la vida.
—Yo no estoy tan seguro de eso —respondió Zack—. Los Cuatro Fantásticos nunca tuvieron ningún problema con sus identidades, y el mismo Capitán América ha sido siempre un símbolo público.
—Los familiares del profesor Rogers están, en su mayoría, muertos. Y no creo que la persona más inteligente del planeta y la más poderosa corran peligro por ser sus padres superhéroes conocidos.
—Ahí tienes un punto —admitió el chico—. Aún así, creo que un control debe ser puesto, por la seguridad de la gente. ¿Tú qué opinas, Ryan?
—No me importa —dijo secamente.
—Muy específico, sí —dijo Zane—. ¿Y tú, Mick?
—El profesor Rogers me parece una persona más justa, no sé…
—Yo también habría luchado junto al Capitán —reflexionó Lauren—. La identidad de uno es algo muy importante de proteger….
—Entonces tenemos a tres en el equipo de Iron Man, cuatro en el de Rogers, y dos a los que les da igual. Lo veo bastante equilibrado.
—Aún así, el equipo del Capitán tiene toda la ventaja en números. Me pregunto cómo habría terminado la Guerra Civil si hubiésemos participado…
—¿Y por qué no lo comprobáis? —dijo una voz detrás de ellos.
Todos se sorprendieron. Comenzaron a mirar a su alrededor, en busca de quién les estaba hablando, pero descubrieron algo muy distinto.
Todo el mundo estaba prestando atención a su conversación.
—Chicos, parece que nos hemos convertido en el centro de atención… —mencionó Mick.
—Ya, bueno… Creo que he encontrado al dueño de la voz de antes —declaró Zack.
—¿Dónde está?
—Mirad arriba.
Así lo hicieron y, en efecto, así estaba: recién llegado de San Francisco; revestido, de nuevo, con su blanca y brillante armadura simbiótica. Tony Stark, Iron Man. Sobrevolando su mesa del comedor.
—Me alegro de que hayáis reparado en mi presencia, chicos. En serio, he perdido quince valiosos segundos esperando a que me notaseis. Deberíais prestar más atención…. Bueno, ¿hablabais por algún casual de la Guerra Civil?
Era obvio que, de algún modo, había escuchado la conversación desde un principio. A Charlie le pareció que tramaba algo, pero era incapaz de adivinar qué.
—Sí, señor Stark —fue Amanda la que respondió, tras un incómodo silencio general—. Nos estábamos planteando si las cosas hubieran sido de otra manera si nosotros hubiésemos participado. Qué cosas habrían cambiado, qué cosas habrían seguido igual… Algo así.
Las atractivas facciones del multimillonario se torcieron en una sonrisa irónica.
—¿Qué tal si lo comprobamos? Decidme, chicos, ¿queréis tener vuestra propia Guerra Civil?
—¿Qué quiere decir, señor Stark? —preguntó Zane con escepticismo.
Su sonrisa desapareció por medio segundo.
—Quiero decir que mañana, cuando terminen las clases, vais a estar todos presentes en la sala de entrenamiento para tener una batalla por equipos. Lucharéis para saber qué equipo habría vencido, quiénes sois más fuertes. Le he pedido a F.R.I.D.A.Y. que hiciese esta tabla en base a vuestras preferencias.
Un diagrama digital apareció flotando en el aire en medio de la sala. Donde ponía “Equipo Iron Man”, estaban los nombres de Zack, Amanda y Aline. En la otra, “Equipo Capitán América”, aparecían los de Zane, Mick, Lauren y Charlie.
—Cuatro contra tres… Ni tan mal —murmuró Zack.
—¿Vas a aceptar esto? —le preguntó Zane, como reprendiéndole.
—¿Por qué no? La sala de entrenamiento tiene un sistema de control que evita que salgamos heridos. Es como un simulador virtual de combate. Podemos probar nuestras habilidades sin sufrir daño alguno.
—Bueno, pues que os lo paséis bien —bufó Peter—. Yo estaré en mi cuarto.
—Me temo que no, señor Gonzales —intervino Iron Man—. Me temo que el señor Demaon y tú vais a tener que escoger un bando también. Así que decidid: ¿Rogers o yo?
Charlie pensó que Peter montaría en cólera. Por el contrario, sonrió. Era una sonrisa forzada, como hecha a propósito para disimular el enfado, pero una sonrisa, a fin de cuentas.
—Entonces escojo el de Rogers. Es mejor luchar junto a Pierce que junto a ti.
El rubio no supo cómo tomarse la explicación. Tan solo observó cómo el nombre de Dante aparecía en la lista azul.
—¿Y usted, señor Demaon? ¿Qué va a hacer?
—Ryan viene conmigo, ¿a qué sí? —afirmó  Zack con seguridad.
El pelinegro guardó silencio durante unos larguísimos segundos. Finalmente, tomó una decisión.
—Equipo del Capitán. Si son más, no tendré que participar en la batalla.
Su nombre apareció también en las listas.
—Vaya, vaya —silbó Tony—. Siete contra tres… No me parece muy justo. Me temo que tendré que escoger a otros cuatro estudiantes de entre el público para luchar por mí. Dejadme ver…
La máscara de su armadura cubrió su cara, y a los pocos segundos, cuatro nombres aparecieron en la lista roja.
—“Ngozi Karlsson” ¿Alguien sabe quién es? —preguntó Zack.
—“David Stone”… Ese es mi compañero de cuarto. Es un tipo algo seco —comentó Zane.
—¿“Christopher Murray”? Lo que me faltaba… —se quejó Peter.
—“Allan Mesiah”… —leyó Ryan.
—Los equipos ya están formados —decidió Iron Man—. Todo dicho. Tenéis hasta mañana para entrenaros y participar una estrategia.
—¡Vamos a buscar a nuestros compañeros! —saltó Aline, justo antes de marcharse, seguida de cerca a duras penas por los otros dos.
—Nosotros también deberíamos prepararnos… —murmuró Lauren.
—¿Estáis seguros? Su equipo me parece más bien poco preparado. Y los poderes de Zack y Aline no son gran cosa… No creo que tengamos problemas —dijo Charlie encogiéndose de hombros. Quería aparentar optimismo, aunque en realidad tenía la sensación de que algo no iba bien.
—No —dijo Ryan con contundencia—. Sí Zack lidera al grupo…
Todos pensaron que iba a continuar la frase, pero no dijo nada más.
—Estoy de acuerdo —dijo Zane, que, al parecer, había entendido lo que el chico sombrío quería decir —. Los poderes de Zack le permiten saber con exactitud los poderes y personalidades de otras personas, si se concentra. No creo que le cueste mucho organizarlos…
—Entonces, ¿qué hacemos? —preguntó Lauren.
—Conozco al tipo adecuado —dijo Peter.
Todos escucharon con atención lo que tenía que decir.


—¡Stark! ¿¡En qué estabas pensando!? —bramó Banner desde su despacho.
—En fomentar la competitividad entre el alumnado y, de paso, darles experiencia en combate real —respondió el filántropo con autosuficiencia.
—¿Obligándoles a pelear entre ellos en su tercer día de clase, aún cuando la mayoría ni siquiera sabe cómo controlar sus poderes? ¡Las consecuencias pueden ser catastróficas! ¿Es que te has vuelto loco, Tony?
—Está todo bajo control, Bruce. Te lo prometo.
—Más te vale. Ahora sal de aquí antes de que el tipo verde se ponga de mal humor.
—Claro. Hasta luego, compañero.
En cuanto Tony se retiró del despacho, Buce tomó el teléfono.
—Amadeus, convoca a todo el profesorado, tenemos una reunión urgente.



Peter se estaba cansando de esperar. Su nuevo tutor le había dicho que tenía que ir al gimnasio a las 16:30 para comenzar su entrenamiento personal. Quería aprovechar la ocasión para preparar el combate del día siguiente, así que le había dicho a sus improvisados compañeros de equipo que fuesen con él.
El problema era que ya eran las 17:45, y el tío aún no había aparecido.
—¿Estás seguro de que va a venir, Pete? —se quejaba el pesado de Charlie Pierce—. Tal parece que nos ha dejado tirados.
—Ese tipo no parece del tipo de persona que faltaría a un compromiso. Vendrá. Estoy seguro.
—Pero, ¿quién es? ¿Un profesor? —preguntó Lauren, curiosa.
—No sé si da clase —respondió el pelinegro—. El director Banner me lo presentó como mi entrenador personal, pero no me dio más detalles.
—Ni los necesitas —respondió una voz rasgada.
—Ahí está.
El dueño de la voz, un hombre alto y musculoso, se acercó a los siete jóvenes a paso calmado. Su larga capa, de color blanco impoluto, caía por su espalda, cubriendo sus hombros. Su ropa, de un color azul oscuro, estaba decorada con motivos lineales blancos y marrones. Su cabeza estaba tapada con la capucha de la capa, también blanca y, en lugar de rostro, tenía una calavera.
—El Supervisor... —murmuró Lauren, asustada.
—¿Quién? —preguntó Charlie.
—Tony Masters —fue Zane quien respondió —. Alias, Taskmaster, el Supervisor. Un mercenario de gran renombre, a veces aliado y a veces enemigo de S.H.I.E.L.D. y los superhéroes. Ha luchado contra Deadpool, el Capitán América, e incluso contra la Patrulla X. Ha plantado cara a héroes y villanos formidables. Y ha salido victorioso en numerosas ocasiones.
—Y luchó en el bando de Iron Man durante la Guerra Civil —añadió Lauren con un deje de desconfianza.
—En mi defensa, he de decir que me obligaron. Era un miembro de los Thunderbolts... Todos luchamos esa guerra de forma casi forzada.
—Vale, pero, ¿por qué nos ibas a ayudar a nosotros ahora? —le siguió interrogando Zane.
El mercenario se limitó a encojerse de hombros.
—Porque me pagan para que lo haga —se limitó a decir—. Banner me ha contratado como entrenador personal de este chico. Mi deber es que se fortalezca y aprenda a manejar esa furia suya por el bien de todos. Y eso implica fomentar también el trabajo en equipo. Haré que todos aprendais a pelear, organizaros, y controlar vuestras habilidades. O al menos, lo justo para que podáis ganar mañana.



—Bueno, entonces, ¿cuándo le pego una paliza a Gonzales?
—Cuando me escuches y me dejes organizar una estrategia —respondió Zack de mala gana. Llevaba dos horas tratando de organizar a sus compañeros improvisados, pero era francamente imposible.
—A ver, Zack, ¿por qué no nos limitamos a pelear uno a uno? Podremos con ellos —propuso la pecosa.
—Por supuesto que sí. Especialmente tú y yo, Aline. Tenemos muchas posibilidades contra Peter o Mick.
—Yo creo que si nos organizamos bien, el uno contra uno es una buena opción —insistió Aline.
—Cuentas con que ellos acepten nuestro modelo de combate. ¿Qué te parece si, por ejemplo, enfrentamos a Peter contra Ngozi, pero lo ignora y decide atacarnos a nosotros? Estamos perdidos.
Ambos debatientes contemplaron a la gran figura de nieve que era Ngozi Karlsson. Inmóvil e impasible, la extraña criatura se limitaba a observar la escena. O, al menos, eso le parecía a Zack que estaba haciendo.
—Ya… Puede que tengas razón.
—No necesariamente, chicos —dijo una voz desde lo alto. Voz que Zack no tardó en reconocer.
—Señor Stark… —fue Amanda quien lo dijo.
—Buenas tardes de nuevo, chicos. ¿Cómo van esos preparativos? —les habló Iron Man al tiempo que su armadura se desprendía de su cuerpo cuan metal líquido.
—Sinceramente, mal. Allan y Chris solo piensan en enfrentarse a Peter. David va totalmente a su aire, sin preocuparse si quiera por la batalla, Y Ngozi… No sé si siquiera si piensa.
El multimillonario sonrió.
—Chico, chico… Aún tienes mucho que aprender. Mira, fíjate.
La armadura cubrió su cuerpo de nuevo y, tras ascender a los cielos, habló a través del sistema de megafonía de la Mark 51:
—Chicos, y chicas. Soy Iron Man, vuestro mecenas. El hombre cuyo nombre lleváis en vuestro equipo. Y, como tal, tengo todo el derecho a beneficiaros a vosotros, y no al equipo del Capitán. Vuestra victoria es mi victoria. Y, como gran ganador que soy, sé recompensar la victoria. Si me demostráis que podéis componer un buen plan de lucha, organizaros, y vencer, tendréis automáticamente un diez en cada asignatura, y no tendréis que asistir a clases ni hacer exámenes en todo el año. ¿Qué os parece el plan? —todo el mundo comenzó a prestarle atención. Parece ser que la idea de “un año entero sin exámenes” llamaba la atención de todos. Hasta Ngozi movió ligeramente la cabeza —. ¿Ve, señor Avalon? Así es como se organiza a un equipo. Y ahora, prestad atención a la estrategia.


Las espadas se cruzaron. Peter blandía un mandoble más grande que él, pero Taskmaster era más rápido, más experimentado y más fuerte. De un certero golpe, acabó con la quinta espada de Peter en lo que llevaban de combate.
—Muy flojo. Tus movimientos son erráticos, apenas vas coordinado. Un duelo entre espadachines es como un baile, tienes que leer los movimientos del rival, adaptarte a ellos, y luego… —Peter extrajo una nueva arma de su cuerpo: un estoque con el que atacó en ristre a su maestro. Supervisor lo esquivó con elegancia, giró utilizando el cuerpo de Peter como punto de apoyo, y colocó su espada en el cuello del chico— mejorarlos.
—Mierda… —se quejó el chico, pero en su rostro se reflejaba una sonrisa. Una sonrisa de victoria.
De repente, como salidos de la nada, los otros cinco miembros del equipo aparecieron en el aire y atacaron a su instructor, cada uno con una espada. Supervisor desequilibró a Peter con una patada e, ignorando los ataques de Ryan, Lauren, Charlie y Mick, Taskmaster se enfocó en Zane. De un salto, le golpeó con la empuñadura de su espada en el centro de la columna vertebral, haciéndole caer al suelo. Los demás asaltantes desaparecieron. Su espada también.
—Incluir a Demaon y Morgan en tu ilusión te delató, Cross. Recuérdalo para la próxima vez.
El chico le mostró una sonrisa torcida.
—No habrá próxima vez.
De repente, el Supervisor comenzó a sentir un frío glacial. Bajó su vista, y vio como todo su cuerpo estaba congelado.
—Lo siento… —habló con la voz de Michael Morgan el hielo que le cubría.
—Buen intento —reconoció el mercenario—. Pero no suficiente.
Poco a poco, el cuerpo helado de Mick comenzó a descomponerse en agua, hasta volverse un charco en el suelo. El hombre de blanco apagó los lanzallamas en sus muñecas.
—¿Algo más? —preguntó, expectante.
A modo de respuesta, unas lanzas de acero le rodearon, situándose las picas a la altura de su cuello. “Más ilusiones”, pensó Masters. Sin embargo, cuando iba a moverse para atravesarlas, se fijó en algo: las lanzas surgían de hojas de papel repartidas por el suelo. Se movió lo suficiente para poder mirar a su espalda sin auto empalarse. Lauren estaba haciendo aviones de papel y lanzándolos por toda la sala.
—Un campo minado, ¿eh? Buena estrategia, Olsen. Sin embargo, ni siquiera eso es suficiente para vencerme.
Sacó un pie de su bota y un cuchillo balístico de su cinturón. Lo dejó caer, lo agarró con el pie y, de un solo tajo circular, rebanó los palos de las lanzas, que cayeron al suelo. Lanzó el cuchillo, lo cogió al vuelo, lo dejó en su cinturón, y se calzó de nuevo.
Se dirigió a atacar a la chica para derribarla como al resto, pero alguien se interpuso en su camino: Ryan.
Taskmaster continuó con su arremetida, esquivando los papeles bomba de la chica. Pensó que podía pasar a través del joven sin ningún problema, pero, en cuanto pasó a su lado, sintió algo que no había sentido durante muchos años.
Miedo.
De pronto, un pánico terrible se apoderó de él. Era como si se estuviese enfrentando a Mefisto o Dormammu, en lugar de a un estudiante de instituto. Un aura oscura y negativa le rodeaba, imperceptible para el ojo humano, pero claramente notable para los sentidos mejorados del Supervisor. Empezó a sudar frío.
No se dio cuenta de cuánto tiempo había pasado congelado frente a Ryan pero, cuando despertó de su ensoñación, había una mano, una cimitarra, una esquirla y un papel con un misil pintado justo al lado de su cara: le habían rodeado totalmente.
El instructor suspiró.
—Está bien, chicos, vosotros ganáis. Con ese nivel de coordinación, no tendréis ningún problema con ganar mañana.




EPÍLOGO

Los dos equipos estaban preparados en la sala de entrenamiento. Banner, en el centro, observaba a todos los chicos. Vestían los uniformes de batalla de la escuela, el modelo azul los del equipo del Capitán, y el modelo rojo los del equipo de Iron Man. Esperaban a que se diese la indicación de salida. Tony Stark, sentado entre los profesores, contemplaba complacido la escena. Cada estudiante del instituto había acudido a observar el acontecimiento. Lo que estaba a punto de suceder sería un gran espectáculo.
Banner, con intranquilidad, levantó la mano. Con ella aún alzada, salió de la zona de combate, la cual se cubrió inmediatamente con una especie de vitrina holográfica. En cuanto estuvo a la altura de las gradas, la bajó, era la señal de inicio.
—F.R.I.D.A.Y. —llamó el millonario a su IA lo suficientemente bajo para que los profesores no le escuchasen—, desactiva el control de daño.

La jaula digital que rodeaba el campo de batalla parpadeó de manera casi imperceptible, al tiempo que los estudiantes se abalanzaban los unos contra los otros para enfrentarse.