La mayoría de las personas que conocen a Anthony Stark
saben perfectamente que su ego es más alto que la Torre de Babel. Si algún día
construyera un rascacielos capaz de superar en tamaño a su autoestima, la
hazaña lograda causaría que esta aumentara hasta superar, de nuevo, al
edificio.
Vosotros, queridos lectores, probablemente os estéis
preguntando por qué este humilde narrador está explicando eso. Me congratula
aseguraros que la respuesta a vuestras dudas es bien sencilla.
Os lo explico porque, de hecho, lo hizo.
Y ahí estaba él, con su cabello negro, su traje de
Cachemira y su pecho brillante, regodeándose ante sus compañeros del logro
obtenido.
Cabe destacar que por "compañeros" no me
refiero a los Vengadores, los héroes más poderosos del planeta. Tampoco estoy
hablando de ejecutivos de Industrias Stark ni de socios comerciales. Hablo del
grupo más selecto, cerrado y secreto de superhéroes del mundo. Un grupo cuyo
nombre ha causado pánico y curiosidad a partes iguales a través de cada era de
la historia.
Me refiero, por supuesto, de los Illuminati.
Y así, con los superhumanos más inteligentes del mundo
reunidos, Tony procedió a explicar el porqué de la reunión.
—Amigos, ¿sabéis por qué os he hecho llamar?
—¿Para hablarnos sobre el último gran logro de tu imperio
comercial? —preguntó Bruce Banner con un deje irónico en su voz.
—No, mi querido amigo con tendencias destructivas. Aunque
me encantaría, hoy no estamos aquí para debatir con mi genialidad como tema
central.
—¿No? Vaya, eso es nuevo —rodó los ojos Henry McCoy.
—Chicos, chicos... —trató de tranquilizarles Amadeus Cho—
Si Tony dice que hoy no viene a regodearse, escuchémosle. Seguramente lo que
nos tenga que decir es importante.
—Gracias, Cho. Compañeros, lo que tengo que comunicaros
es que... He pensado que sería oportuno que fundásemos una nueva institución
educativa para superhumanos.
La proposición resultó sorpresiva para muchos de los
presentes. Rayo Negro arqueó las cejas en señal de interés, y T'Challa cruzó
los brazos.
—Habla, Stark —ordenó este.
—A lo que me refiero es a que no podemos asegurarles a
los chicos con superpoderes una educación adecuada si los ponemos en los mismos
centros que sus compatriotas más... normales.
—El Instituto Jean Gray para Jóvenes Superdotados ya se
encarga de eso —gruñó Bestia.
—Los X-Men sólo os encargáis de los mutantes, Hank
—repuso Tony—. Hay más chicos con poderes allí fuera. Además, el Instituto no
es un centro educativo per se, sino más bien un suplemento. Vuestros estudiantes
acuden a otro centro a parte, ¿no es así?
—Estamos tratando de cambiar eso.
—Y, mientras tanto, docenas de jóvenes mutantes sufren de
acoso escolar por pertenecer a una raza superior.
—Relájate, hombre lata, empiezas a hablar como Magneto
—se mofó ligeramente el rey de Wakanda.
—Aún así, hay algo en lo que Tony tiene razón —intervino
por primera vez Reed Richards—. Ni el Instituto Jean Gray ni la Academia
Vengadores puede asegurarse una educación normal a los jóvenes con
superpoderes.
—Permitidme que os recuerde que la última vez que
vosotros dos estuvisteis de acuerdo en algo, causasteis una guerra civil
—señaló Banner.
Mr. Fantástico pareció avergonzado por un instante.
—Aún así —insistió—, los chicos necesitan que les eduquen
personas de su misma condición. Y no hablo de mutantes o Inhumanos, sino de
personas que han sufrido la misma marginación social que ellos, sólo por sus
poderes.
—Exacto —continuó el multimillonario—. Profesores que
hayan pasado por lo mismo que ellos. Docentes que puedan entenderles. Eso es lo
que esos chicos necesitan.
Rayo Negro parecía tener algo que decir.
—¿Y de dónde piensas sacar a esos docentes? ¿Y las
instalaciones? —preguntó Amadeus, adivinado lo que el rey de los Inhumanos
intentaba expresar.
El líder de los Illuminati sonrió.
—Ésta misma torre será el recinto escolar. Todo estará
promocionado y financiado por Industrias Stark. Nosotros, como grupo, seremos
sus fundadores oficiales y dueños. Con respecto al profesorado... Aquí tengo
una lista bastante interesante.
Apretó un botón en su reloj, y frente a sus compañeros
aparecieron pantallas digitales con varios nombres.
—¿¡Cómo!? —se sobresaltó Reed— ¿De verdad crees que él
puede ser profesor?
Tony supuso a quién se refería, y sonrió.
—Claro, ¿por qué no? Tiene un doctorado.
—Y éste otro... ¿No es un villano? —preguntó Bestia.
—Bueno, siempre podemos tratar de reinsertarles en la
sociedad, ¿no?
—¿”Les”? ¿Hay varios? —preguntó Pantera Negra.
—Mirad el último nombre de la lista.
—¿¡Qué!? —exclamaron todos.
—Tony, no podemos dejar que un tipo como este le de
clases a futuros superhéroes.
El aludido sonrió.
—Son superhumanos, no superhéroes. Algunos serán héroes,
otros tratarán de camuflarse entre la gente normal. Otros, se volverán
criminales. Deben conocer el mundo que les rodea y el futuro que les espera. Y
forjárselo por sí mismos.
—Personalmente, hay algo que me preocupa más que los
profesores —intervino el álter ego de Hulk.
—¿El qué? —preguntó el africano.
—La junta directiva —respondió—. Aquí hay cosas que no
encajan.
—¿Qué tiene de malo que nosotros mismos nos ocupemos de
dirigir la escuela?
—No, me refiero al papel de cada uno. Según esto, los
tres firmantes en el acta de fundación serán Anthony Stark, Blackagar Boltagon
y Henry McCoy, en representación de los humanos, los Inhumanos y los mutantes,
respectivamente. Será un símbolo de hermandad entre especies que dará muy buena
publicidad a la escuela.
—Y a mí —completó Tony.
—Sí, y a ti —suspiró Bruce—. Has asignado a Reed Richards
el papel de jefe de estudios, a T'Challa y a Brian Braddock el de promotores
internacionales de la iniciativa y a Amadeus Cho el de tutor de la primera
promoción.
—Ajá —corroboró el presidente de Industrias Stark—.
¿Algún problema con eso?
—No, ninguno. Lo que me preocupa es la identidad del
director.
—¿Por qué, Bruce? ¿No quieres ser el director de una
escuela?
—¿Vas a asignarle la tarea de y educar a un montón de adolescentes a
alguien que se transforma en una máquina de destrucción verde en cuanto pierde
la calma?
El interpelado se
encogió de hombros.
—Dije que también serviría como
programa de reinserción social, ¿no?
—Es peligroso… —comentó el líder de los Cuatro Fantásticos.
—Y efectivo —refutó el Capitán Bretaña, interviniendo por primera vez en el
debate.
—No veo por qué no hacerlo… —murmuró Henry— Quizá salga bien, y todo.
—Además, la mayoría de los profesores son héroes experimentados capaz de
hacer frente a Hulk… ¿Qué puede pasar? —se despreocupó Tony.
Banner suspiró.
—Está bien… Tomaré el cargo. Pero no lo lamentéis después.
El magnate les dedicó a todos una sonrisa victoriosa.
—Entonces, está decidido… ¡Éste verano fundaremos la Escuela para
Superhumanos Anthony Stark!
—De acuerdo —intervino Banner—, pero cámbiale el nombre, por favor.
Todos los congregados rieron con optimismo. La idea que su adinerado
anfitrión había propuesto resultaba tentadora para todos y cada uno de ellos.
Una escuela que reuniera a humanos, mutantes, inhumanos y todo tipo de personas
extraordinarias, para que puedan estudiar y formarse rodeados de personas que
les comprenden.
Sí, sin duda alguna, era una gran idea. Con todo, y a pesar de ello, muchos de los presentes guardaban en lo más profundo de sus poderosos corazones un incómodo sentimiento de temor e inseguridad.