4 nov 2016

New Generations #012. Con el tiempo en los talones (parte 1).

¿En qué momento había acabado teniendo que hacer equipo con los raritos de la escuela? David no sabía para qué le habían hecho llamar exactamente, pero tal parecía que iban a hacer un show de circo con los estudiantes. Estaban el pesado de su compañero de habitación, el emo silencioso, el pringado que se volvía agua, el bruto de las espadas, la rubia-arma de destrucción masiva, la tía rara que se volvía chico, y el loco de las hachas, entre otros.
Bueno, la verdad era que no todos le caían totalmente mal, pero la inmensa mayoría sí. Lo más interesante era que, curiosamente, estaban en silencio y expectantes por saber qué les diría el Director Gorila Verde. ¿Acaso era él el único que no sabía por qué les habían llamado?
Bueno, sus dudas se aclararían cuando llegasen los profesores.
—Perdonen por hacerlos esperar, alumnos. Ya estamos aquí.
Por la puerta del improvisado nuevo despacho de Banner entraron el rey de Wakanda, Amadeus Cho y el propio director, seguidos de…
—¿¡Qué hace aquí El Castigador!? —se asustó Tyler, que procedió rápidamente a darle su posición a Cassidy —. Qué generoso eres cuando te conviene, hermanito —dijo su contraparte con sarcasmo. Esos “dos” siempre le daban mal rollo.
—Algunos aún no habéis tenido clase con él, pero el señor Frank Castle será vuestro profesor de Educación Física en cursos superiores —explicó Banner.
—Vamos, que os haré correr, sudar, luchar y sangrar en cantidades asgardianas durante dos horas semanales —el fornido hombre sonrió siniestramente—. Seguro que nos lo pasaremos genial.
—Independientemente de eso —continuó Cho—, estáis aquí, como ya supondréis, porque habéis sido seleccionados para enfrentaros al nuevo ejército de Kingpin según las reglas que nos han exigido. Lamentamos mucho que tengáis que ser vosotros quienes os enfrentéis a villanos como esos, pero no nos queda otro remedio. A fin y al cabo, es eso, o condenar a muerte a todos los estudiantes…
—Disculpadnos por nuestra inutilidad —completó la frase T’Challa.
David sintió que iba a vomitar de la risa. Ver a un rey como supuestamente era Pantera Negra pedir disculpas a unos estudiantes era una situación absurda y divertida a partes iguales.
—¿Y si nos decís a quién tenemos que derrotar, y punto?
—Le veo impaciente, señor Stone —dijo Banner—. Me temo que una buena explicación requiere su tiempo, así que haga el favor de contener su sed de sangre.
Tras esto, el a veces hombre a veces monstruo explicó con todo lujo de detalles las condiciones en las que debían enfrentarse a Kingpin y los otros villanos. Les dijeron también que deberían realizar un entrenamiento intensivo.
—Sin embargo, tengamos en cuenta que la primera batalla será ya la próxima noche, por lo que no tendremos mucho tiempo para prepararnos. Les he asignado a cada uno de ustedes un tutor personal en base a sus habilidades, y dedicarán todo el día de mañana a entrenarse. ¿Lo han entendido?
—Sí —dijo Chris.
—Yep —confirmó Zane.
El resto se limitó a asentir.
—Entonces, retírense a sus habitaciones e intenten dormir. La de mañana será una larga jornada.


—¿En serio? ¿Usted?
—Sí. Yo. ¿No te valgo como maestro, chico?
—Sí, sí, si es genial, pero… No me lo esperaba.
—Bueno, soy un hombre ocupado, comprendo que pensases que no tengo tiempo para estas cosas, pero me temo que la situación es lo suficientemente urgente para que se requiera mi ayuda.
—No es eso… Es decir, usted es el mago más poderoso del mundo, ¿no? Señor Strange.
Stephen se cruzó de brazos y acarició su barbilla.
—Bueno, Zane, ser el Hechicero Supremo me convierte, técnicamente, en el mago más poderoso, sí. Pero bueno, los hay más habilidosos, a mi forma de ver.
Zane estaba impresionado. Hacía mucho que no se sentía tan emocionado. Stephen Strange era un hombre al que respetaba profundamente. El detalle de que sentía mucha curiosidad también podía tener algo que ver.
—Entonces… ¿Me va a enseñar hechizos? ¿Maldiciones? ¿Encantamientos?
—No tengo tiempo para enseñarte los secretos de la magia, chiquillo. Te recuerdo que podrías estar luchando en menos de doce horas. En su lugar, te voy a enseñar a canalizar tu poder.
—Pero, no es por ser descortés, pero… Ya controlo mis poderes a la perfección…
—No hablo de controlarlos. Hablo de canalizarlos. Que no es lo mismo. Tu poder es increíble similar en estructura a la magia que practicamos los hechiceros. Así que puedo enseñarte a utilizarlo de forma similar.
—¿Entonces sí me vas a enseñar magia?
—Digamos que… Algo parecido. Tan solo hazme caso, concéntrate, e imagínate una cuerda naciendo en tus manos.



—Parece que me han asignado uno difícil.
—Ehm… Bueno, yo…
—¿Qué? ¿Te doy miedo, chico?
—Bueno…
Mick no sabía cómo reaccionar ante la idea de tener a la Viuda Negra como profesora.
—Escucha, Michael. Tus poderes son muy útiles, pero eres demasiado inocente para desenvolverte bien en una batalla contra un villano. Esos tipos son astutos, tramposos e inteligentes, y si te pueden clavar un cuchillo por la espalda, les parecerá, sin lugar a dudas, una mejor opción que atacarte de frente.
—Pero… No pueden clavarme un cuchillo en la espalda, soy líquido.
La Viuda suspiró profundamente.
—Era una metáfora. Ya sé que no te pueden cortar, arañar, desgarrar, desmembrar ni mutilar. Pero ellos no lo saben, y es mejor que siga siendo así. ¿Entiendes a qué me refiero?
—Sí…
—Bien, comencemos entonces tu entrenamiento para ser un buen espía.


Las espadas chocaban sin descanso en la sala de entrenamiento del Supervisor.
—¡Hoy te veo motivado, Gonzales! ¿Con ganas de una buena batalla?
Saltaron chispas al cruzarse los aceros.
—Debo luchar para protegerles a todos —respondió el chico con el ceño fruncido.
Masters se detuvo.
—Estás demasiado tenso. Debes mantener la calma durante la batalla.
—¿Van a matarnos a todos y quieres que esté calmado?
—Se llama “entereza en combate”, chico. Si no mantienes tu mente fría, nunca vencerás a un oponente fuerte. Cuando luchas, literalmente te vuelves loco. Lo sé porque la misma furia se apodera de mí al imitar tus movimientos.
—¿Y eso es malo?
—Es bueno cuando eres superior, pero si tu enemigo es mejor que tú… Reduce aún más tus posibilidades de victoria. Desgraciadamente, mi especialidad es copiar, así que me temo que no podré enseñarte correctamente a vaciar tu mente. Para eso necesitas la ayuda de un esgrimista de verdad. He solicitado al director que traigan a un viejo conocido mío. Con un poco de suerte, igual no eres el primero en salir a morir, y puede darte alguna lección. Hasta entonces…
Supervisor desenvainó su arma de nuevo, al tiempo que Peter extraía un mandoble de su plexo solar. Ambos, maestro y alumno, se abalanzaron el uno contra el otro sin vacilar.


David ingresó en la que se suponía que iba a ser su sala de entrenamiento.
—Y, bueno, ¿dónde se supone que está mi entrenador?
—Deberías revisarte la vista, Stone. Estoy justo detrás de ti.
Alarmado, David se dio media vuelta rápidamente, solo para encontrarse con un puño rojo a punto de impactar contra su cara. El pelinaranja se apresuró para cubrirse con un brazo… El puñetazo le dio de lleno.
Cayó al suelo, aturdido por el certero golpe, y solo atinó a mirar hacia arriba. No tardó en recuperarse.
—Reconocería esa voz tuya en cualquier parte. ¿Qué haces aquí?
—Soy tu entrenador.
—¡Ja! ¿Tú? No necesito nada de ti… Daredevil.